Verónica es la primera directora mujer de la escuela secundaria técnica Gral. Ángel Peñaloza en Chilecito, provincia de La Rioja. Es profesora de nivel inicial con especialización en zona rural y profesora de Historia y Letras. Hace 24 años que trabaja en educación, desempeñándose como docente en los niveles inicial, secundario y terciario.
Mendocina de nacimiento y chileciteña por elección, esta docente dirige la Escuela Secundaria Técnica con orientación en Electromecánica y Maestro Mayor de Obras que funciona en Chilecito. Esta institución cuenta con 73 años de trayectoria formando técnicos en equipos e instalaciones electromecánicas y maestros mayores de obras. Como primera directora mujer en la historia de la escuela, Verónica viene logrando cambiar, con su gestión, una fuerte y dominante impronta masculina de largas décadas.
Allí acompaña en los procesos de enseñanza y aprendizaje a casi 500 jóvenes estudiantes. “La escuela prepara a los estudiantes para que puedan insertarse idóneamente en el mundo laboral y puedan modificar sus realidades a partir de un espíritu emprendedor, con iniciativa y autonomía; contribuyendo así al progreso de la comunidad y del país”, describe Verónica. Destaca que muchos de los técnicos egresados se desempeñan a lo largo y ancho del territorio nacional, aportando la mano de obra calificada a las distintas demandas del país.
Antes de ser directora, Verónica se desempeñó durante 10 años en esa misma escuela como profesora de Historia y Metodología de la investigación. “Elegí aceptar mi actual trabajo porque representa un desafío personal y profesional de crecimiento y altruismo, que es quizás para mí el más grande desde lo laboral hasta la fecha. Implicaba hacerme cargo de una institución que conocía muy bien desde adentro, por haber transitado sus aulas, por haber resistido a la inercia y desidia que en ella reinaba”.
Verónica confiesa que fue un gran reto levantar una escuela que había decaído mucho en su propuesta formativa y en su imagen, incluso en la confianza de la comunidad hacia ella. Y, sobre todo, “lo más complejo fue lidiar con las ideas machistas, retrógradas y anacrónicas”, comenta.
Hoy está orgullosa de la marca que está logrando impregnarle a la institución, desde su formación humanística de base, y teniendo en cuenta las implicancias de una enseñanza basada en un perfil técnico y, además, en un contexto adverso. “Me preparé con la convicción de que con ganas se puede, con altruismo, pensando en los chicos que aún creen en nosotros sus maestros y profesores, y por la necesidad de brindar evidencias de que los prejuicios hacia nosotras las mujeres y los cuestionamientos a las limitaciones que supuestamente reportamos, son infundados”, declara esta docente de vocación.
Verónica destaca que es realmente importante la contribución que hacen las mujeres en ámbitos como el de la educación técnica: “Nosotras aportamos con acciones, presencia, organización, creatividad, apertura al diálogo, cordialidad, generación de buenos climas de trabajo y calidez en las estructuras”, describe.
Muchas veces sintió que el género constituyó una barrera, porque existe una problemática histórica en la educación técnico-profesional que va desde las desigualdades en la participación de las mujeres hasta la falta de perspectiva de género. “Lamentablemente en estos ámbitos se visualiza a la mujer como un extraño que irrumpe en una zona prohibida, porque refrescamos climas, innovamos y creemos en los cambios que impulsan mejoras, porque apostamos a la diversificación de situaciones de aprendizaje sin miedo, y porque trabajamos junto a otros para mejorar lo que muchas veces resulta para muchos imposible de mover. Sin embargo, hoy, incipientemente, muchos compañeros -sobre todo los más jóvenes- empiezan a reconocer el liderazgo y la conducción proactiva que nosotras logramos, y se suman respaldando los procesos y proyecciones que ideamos”, agrega.
Convencida del valor estratégico que tiene para el país la formación técnica, Verónica señala que las posibilidades del aprendizaje en las escuelas técnicas públicas son infinitas: “Es un escenario fecundo para la generación de esperanzas que se vuelven realidades”. Además, siente como una oportunidad para contribuir con la gran cantidad de proyectos de vida que transitan por la escuela. “Así aprendemos, todos los días, con otros, y proyectamos mejoras y esperanzas al presente y futuro de la comunidad”.