Vanesa trabaja a la par de cualquier varón de la línea de producción de una planta que fabrica molinos eólicos para los principales parques del país. Le gusta manejar herramientas y ya es una experta en el armado de grandes piezas.
Con la ropa de trabajo, la protección correspondiente y la riñonera donde lleva sus herramientas, Vanesa pasa toda su jornada de trabajo parada o en movimiento en el módulo donde se arman algunas de las partes de un molino eólico, básicamente la turbina y la góndola (es la carcasa que envuelve a la turbina).
Este módulo donde se desempeña Vanesa se llama de premontaje, es donde se fabrican las partes antes de montarlas a la máquina, son todas piezas pesadas y requieren de una capacitación específica. Cada módulo tiene 5 funciones o sea 5 puestos con sus correspondientes tareas a cubrir.
Vanesa comenzó a trabajar en el área de pequeños electrodomésticos en la planta industrial de una compañía nacional que hoy desarrolla proyectos de energías renovables, más específicamente en la fabricación de aerogeneradores. Cuando la compañía abrió la convocatoria para pasar a este nuevo sector, Vanesa no dudó en anotarse para viajar a España a recibir la capacitación necesaria para operar en la nueva línea de producción que incorporaba a la planta que funciona en Zárate, provincia de Buenos Aires. De los 23 operarios que se anotaron, sólo 5 eran mujeres.
Recuerda que en España se mostraron sorprendidos, ya que allá las mujeres no ocupan los puestos que ella desempeña, y dice que la capacitación fue óptima para poder hacerlo.
“La principal diferencia es el tamaño y el mecanismo de la pieza que armamos; no es lo mismo que un electrodoméstico, hay que tener más en cuenta la seguridad y como son componentes muy pesados, se trabaja fuertemente en equipo”, señala Vanesa.
Confiesa que el miedo inicial se fue superando con el trabajo mismo: “Hasta que agarrás confianza, pero siempre hay que prestar atención, sé que con cualquier error tonto te podés lastimar mucho”. Por eso considera fundamental respetar el protocolo de seguridad y la capacitación para el uso de las herramientas.
Si bien pasa muchas horas parada durante la jornada de trabajo, no lo considera una desventaja, ya que ella misma es muy inquieta y le agrada estar en movimiento. “Lo que más me gusta hacer es la parte de conexiones de cables, me encanta manejar el alicate y los cortantes”, cuenta Vanesa, quien también ya está muy ducha en el uso de otras herramientas como el taladro o las pinzas gigantes.
Respecto de sus compañeros varones, dice que se lleva muy bien, trabajan en equipo y ya están acostumbrados a trabajar mezclados.
Su objetivo es seguir aprendiendo, porque “hace muy poco arrancamos con esta línea de producción y ya veo en cada día que pasa cómo aprendo más”. También aspira a ver en algún momento un molino eólico ya instalado: “Estaría buenísimo verlo terminado y funcionando”, y agrega que “la energía eólica aún no está muy implementada en nuestro país, y creo que desarrollar esta industria y esta forma de energía puede ser muy bueno para Argentina”.