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Stella Maris Lancuba -

Especialista en medicina reproductiva

destacada Stella Maris Lancuba
"Los médicos todo el tiempo tomamos decisiones en situación de incertidumbre."

Stella es médica especialista en reproducción humana y ginecología, y precursora de la fertilización asistida en Argentina. Hace más de 20 años que desarrolla tareas de asistencia, docencia e investigación en torno a las técnicas de fertilización asistida y reproducción humana. Es autora y coautora de más de 100 trabajos en la especialidad y recibió numerosos premios. Ha sido asesora del Poder Legislativo en la Comisión de Ciencia y Tecnología en el área de nuevas tecnologías reproductivas y es miembro activo de numerosas sociedades científicas nacionales e internacionales. Presidió la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMER), siendo la tercera mujer en un período de 71 años en ocupar ese puesto. 

Luego de recibirse con diploma de honor en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y hacer un doctorado, Stella estudió en Europa, donde se especializó en técnicas de reproducción, en los inicios de esta temática en el mundo. “Yo soy contemporánea de los avances de la vida extracorpórea, cuando estaba comenzando mi residencia como médica surge en Inglaterra el “bebé de probeta” (en 1978) así es que toda mi formación coincidió con la explosión de esta área de la ciencia, y cuando gané la beca en Italia decidí formarme en reproducción humana y en el área de fertilización asistida”, cuenta Stella, orgullosa de ser la primera mujer argentina en volver al país con ese conocimiento. Así es que, desde mediados de los ’80, desempeña una intensa labor científica a través de la transferencia de conocimiento científico y tecnológico al país en dicha especialidad.

Por esos años, la convocaron del Sanatorio Güemes para crear el centro de medicina reproductiva, y a partir de 1996 armó su propio equipo. Hoy dirige el Centro de Investigaciones de Medicina Reproductiva (CIMER), institución médica especializada en el diagnóstico y tratamiento de las dificultades en la concepción. Allí, Stella conduce a un staff de ginecólogos, biólogos, andrólogos, bioquímicos, técnicos y personal paramédico. Además de los tratamientos, llevan adelante investigación y difusión de alcance nacional e internacional. 

La medicina reproductiva es una especialidad compleja que reúne disciplinas relacionadas con aspectos clínicos, quirúrgicos, endocrinólogos, biológicos, psicológicos y bioéticos. Eso requiere un marco amplio de información y formación médica continua para poder apoyar a los pacientes en la toma de decisiones. En ese sentido, Stella encaró la profesión con la integralidad que ésta demanda, y por eso amplió su formación en cuestiones de gestión: “En el 2001 volví a la UBA, a la facultad de Ciencias Económicas, a formarme en el área de gestión”, detalla, porque gran parte de su labor requiere saber de organización y procesos de orden interno y administrativo. “Aprendí sobre consultoría de empresas y temas de desarrollo empresarial y organizacional, y aspectos legales”, señala Stella, quien además cuenta con posgrados en otras áreas como ginecología, cirugía, química, bioética y gestión del laboratorio.

“Tengo que tener una mirada general para poder tomar decisiones. Los médicos todo el tiempo tomamos decisiones en situación de incertidumbre y a mí me apasiona, por eso busco herramientas y leo muchísimo”, revela esta médica curiosa y emprendedora, que se autodefine como una mujer del interior de país (nació en el área rural de Trenque Lauquen, en provincia de Buenos Aires). Stella valora de manera especial la adquisición de conocimiento ya que le permitió desarrollarse a nivel humano y profesional: “Soy una convencida que lo que nos permite el desarrollo humano es el conocimiento y año a año lo reafirmo”, dice a partir de comprobada experiencia propia. 

La permanente formación de Stella fue acompañada por el desafío que presenta una disciplina nueva y polémica: “En el momento en que nace, era muy controvertida porque había mucha oposición ética, legal y de la iglesia”, sintetiza Stella. “Había un debate tremendo sobre si el embrión era persona; cuando surge la especialización había muchas situaciones de incertidumbre, era todo nuevo y uno venía con una educación religiosa, pero yo entendí que esto era ayudar a la vida; fue muy difícil, estuvimos 20 años discutiendo este tema”, relata y agrega que la segunda controversia surge a partir de la donación de óvulos o esperma, en torno a si es necesario dar a conocer la identidad del donante, y cómo manejar esa información. 

Justamente, la innovación constante en este campo presenta retos significativos a nivel científico y ético. Actualmente se siguen planteando preguntas nada fáciles de resolver, como por ejemplo qué hacer con los embriones patológicos. ¿Se descartan? Todos estos interrogantes condujeron a Stella hacer un posgrado en Bioética. De todas formas, ella cuenta que “esta interface entre lo científico y social me fascina, y esto se dirime en grupos de personas muy formadas y entrenadas en comités donde se discute y debate, yo fui fundadora del Comité de Ética del Hospital Italiano y me formé mucho en este tema en el cual se toman decisiones difíciles, o donde hay conflicto”. 

En nuestro país, en el 2013 se promulgó la Ley 26.862 de producción médicamente asistida también conocida como Ley nacional de fertilización asistida. Desde 1989 Stella asesoró a las comisiones parlamentarias donde se debatió la misma; también participó en los debates de los proyectos de ley de embriones congelados y el alquiler de vientres, que aún continúan en discusión. Considera que “la ley aprobada es un gran avance porque permite el acceso, pero resulta poco operativa a nivel público ya que el acceso es muy lento; a nivel privado se realizan alrededor de 21 mil ciclos por año mientras que en el sector público no supera los mil anuales, y de esos tratamientos se obtiene una cuarta parte de embarazos”.

“Hoy, a partir de la Ley, el acceso a la fertilidad es por derecho y no por indicación médica, y esto es un cambio social, que tiene de positivo que abre el acceso, pero lo negativo es que, a veces, el derecho condiciona la realidad y el criterio médico, y esto complejiza mucho la decisión”.  

Stella recuerda que cuando volvió a Argentina no había marco normativo en la materia. “Entonces encontrarnos en Sociedades Científicas tenía mucho valor, en la ciencia y en la profesión, para tener un marco y apoyo, porque había que tomar decisiones en un campo nuevo, había momentos de mucha soledad”. Respecto a los obstáculos en la profesión, señala que la falta de mecanismos o de instrumentos simples, no burocráticos, que permitan el crecimiento y el desarrollo desde el sector privado es lo más complicado. “Por eso hay que tener mucha resiliencia”. Así como constancia, pasión en la labor y reconocer que la velocidad de la ciencia es muy relativa. Stella ejemplifica de esta manera: “Lo más importante en el desarrollo de la vida extracorpórea, fueron más de 20 años de ensayo y error, de experimentación, 20 años fracasando hasta lograr la fecundación in vitro”.

Respecto a la situación de pandemia de estos tiempos, informa que el Covid no afecta al sistema reproductivo ni al embarazo, sin embargo hay mucho temor entre los pacientes y reconoce que “hubo una retracción en la demanda a nivel país para todas las especialidades, pero lentamente se está activando”. 

Por estos días, está terminando su gestión como presidenta de SAMER, rol que considera un logro y honor: “Fui elegida por consenso por mis colegas y me siento muy respetada, creo que llegué porque trabajé muchos años”. Y precisamente en este último año de gran transformación por el Covid su firme objetivo fue cuidar la vida de sus colegas. Conformó un grupo con gente muy valiosa con el que escribieron el Manual de gestión de riesgo para la reapertura de clínicas de fertilización, con indicaciones precisas y recomendaciones para moverse en esta área durante la pandemia. El mismo fue publicado por la revista más importante de EE.UU. sobre fertilización y fue declarado de interés internacional. 

Stella no baja el ritmo de actividad en todo el día: pasa de las tareas de asistencia en el CIMER a ver a los pacientes, evaluar sus tratamientos, supervisar el laboratorio donde se llevan adelante las prácticas, investigar, leer, aprender, gestionar y dar cursos y charlas. “Yo tengo que pensar mucho, gestionar, marcar un norte, ponerme objetivos, ver cómo crecer, estar muy al tanto de las directrices de las instancias públicas y académicas, saber qué pasa en el mundo, necesito estar permanentemente actualizada con los avances”, explica. 

Y agrega que “los intercambios nutren, me encanta salir y venir con nuevas miradas y herramientas, para mí es fundamental continuar con el aprendizaje, saber cosas nuevas y traerlas, siempre preciso objetivos inspiradores”.  

Stella es, además, miembro ad honorem del Comité Científico del Ministerio de Salud, donde asesora sobre cómo mejorar los programas de fertilización del país. Entre los libros de su autoría destaca Las 101 respuestas sobre fertilidad, de Ed. Editing.