Sabrina es abogada y feminista. A través de su profesión lucha por los derechos de las mujeres en temas relacionados con la violencia de género, el acceso a la justicia y la salud, tal como lo es el acceso a la interrupción legal del embarazo.
Hoy reparte su profesión entre la representación de algunos casos y su trabajo como asesora en el Ministerio de las Mujeres de la provincia de Buenos Aires, en la Subsecretaria de Políticas de Género y Diversidad Sexual. Destaca que lo que más le gusta es elaborar políticas públicas en la temática.
Sabrina también es una activa militante del movimiento Ni Una Menos, que estalló en el 2015 en Argentina y visibilizó fuertemente una problemática en la que aún hay mucho por hacer. Fundó y preside la Asociación Civil Red de Mujeres, la cual desde el 2014 se dedica a incorporar perspectiva de género en liderazgos comunitarios: “Trabajamos sobre el empoderamiento de lideresas territoriales”, cuenta.
Recibida con honores de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Sabrina se especializó en derecho tributario, decisión estratégica ya que su objetivo siempre fue trabajar cuestiones de género. Recuerda: “Cuando era estudiante, los derechos en relación al género estaban mal vistos, era algo de baja categoría o incluso no tenían que ver con un poder académico ponderable, por eso busqué la orientación más difícil y exclusiva, y mi objetivo fue recibirme con honores tributarios para que me tomaran en serio cuando quisiera hablar de los derechos de las mujeres”.
A este interés se le sumó que una de sus compañeras de facultad estudiaba en España una materia sobre feminismo y justicia, y compartía con ella las lecturas, información y visiones muy desarrolladas sobre el tema en comparación con Argentina. Así fue que empezó para Sabrina un camino de formación académica en la materia, hasta alcanzar un posgrado en derecho de las mujeres por la Universidad de Chile.
Su primera experiencia laboral en el tema tuvo lugar en el Centro de Estudio de Estado y Sociedad (CEDES), donde se abocó a la investigación socio-jurídica en salud reproductiva, específicamente en aborto. Luego trabajó durante dos años en el Poder Judicial, pero enseguida se dio cuenta de que no le interesaba. Así, buscó otra salida y, como abogada, comenzó a representar sus primeros casos de familia y violencia por razones de género.
Su manera de trabajar es colaborativa e interdisciplinaria. “Me voy asociando con colegas en las diferentes causas pero no llevo muchas causas, no es mi idea tener un gran estudio ni un equipo grande, y trabajo de manera muy cooperativa”, señala.
Y afirma algo que considera fundamental: “Ser abogada no es únicamente trabajar en Tribunales, hay muchos conflictos que se resuelven por fuera, sólo una mínima parte llega al estadío de Tribunales”. En la misma línea, resalta la importancia de la escucha activa de lo que cuentan las personas que solicitan un servicio de justicia: “Ahí te das cuenta de muchas problemáticas que quizás no están relacionadas en forma estricta con el derecho”.
Está más que claro que Sabrina es una buscadora de soluciones, y por eso le dedica una gran parte del tiempo a las charlas con sus consultantes -así define a las personas que acuden en busca de sus servicios como abogada. “Son personas con un problema, que están buscando una salida, y a veces la salida no es el derecho, por eso mi objetivo es resolver las problemáticas, que la solución sea en Tribunales para mi es la última ratio, porque eso implica tiempo y costos elevados”.
Así, para Sabrina es muy importante acercar las posiciones. Sabe que ésta es una postura opuesta a la de muchos abogados, que apuestan a que el conflicto crezca. Pero ella no trabaja persiguiendo los mismos objetivos.
Para los casos que involucran violencia de género explica algo que es esencial en su dinámica profesional: “Previamente a realizar una denuncia por violencia existe un trabajo de fortalecimiento que es necesario hacer, en los casos de violencia sexual las personas que van a iniciar una de estas denuncias tienen que estar muy fuertes para llevarlas adelante”. Experimentada en este tipo de casos, insiste en que no es fácil llevar adelante un proceso de estas características, y que entonces antes de salir a hacer la denuncia es menester realizar un trabajo con profesionales de la salud mental, que apuntalen a la persona, para que puede soportar la revictimización que supone este proceso de la mejor manera posible y siempre con acompañamiento.
Profundizando más en el tema, Sabrina cuenta que en este tipo de casos muchas veces tiene lugar la revictimización de la denunciante por el propio proceso judicial, e incluso “a veces las mismas defensas contaminan los procesos, trayendo estereotipos de género en relación con las mujeres que denuncian”.
En diciembre de 2018, Sabrina acompañó la defensa de la denuncia por abuso sexual de la actriz Thelma Fardin contra el actor Juan Darthés. El caso fue resonante, hoy el actor acusado tiene librado un pedido de captura internacional. Sabrina reconoce que tuvo fuerte impacto en la opinión pública: “Generó un cimbronazo muy grande y permitió que muchas personas pudieran hablar de sus experiencias de violencia sexual, desde ese punto de vista me parece que hubo una ganancia ya que se pudo derribar un tabú muy presente en nuestra sociedad en relación con la violencia sexual”.
Otros dos casos destacables en su carrera donde se cruzó la cuestión de la perspectiva de género con la criminalización de las mujeres fueron los de Yanina González y Celina Benítez. En ellos, trabajó la cuestión de las mujeres como victimarias del derecho penal, y pudo ver cómo este poder se ensaña contra las mujeres. Yanina y Celina fueron detenidas al ser acusadas de abandono de persona por el asesinato de sus hijos en manos de sus parejas o ex parejas en hechos de violencia de género. La Justicia las consideró “malas madres”, mujeres imputadas por el delito de omisión. Para Sabrina, éstas fueron experiencias de mucho aprendizaje. “Trabajé con colegas feministas, éramos diferentes profesionales con distintas trayectorias que nos reunimos para trabajar en conjunto y salió bien. Comprobamos que unidas podemos ser infinitas”.
Sabrina cuenta que de a poco está dejando de ejercer como abogada particular porque quiere dedicarse a causas más generales, cree que Argentina tiene problemas que son estructurales “que no se resuelven en litigios particulares”. Así, está pensando en soluciones profundas que tienen que ver con cambios sociales, y en ese sentido es que quiere redirigir su carrera.
Actualmente está trabajando en las responsabilidades parentales y la cuota de alimentos. Señala: “Según la encuesta permanente de hogares, una vez que las parejas se rompen y los varones dejan de convivir con sus hijos, el 60% no pasa alimentos, en todos los niveles socioculturales”. Sabrina evalúa que evidentemente hay algo que está pasando que el litigio no resuelve: “Pensar la cuestión de la cuota de alimento en Argentina donde al menos el 50% de la economía es informal, es un fracaso”.
Detalla que son procesos que tienen mucha carga sobre las mujeres, principales cuidadoras y las más necesitadas de la cuota para mantener a sus hijos. “El proceso es muy costoso y conseguir un abogado, notificar, presentar la demanda, recae en la mujer, incluso a aquellas que obtienen una sentencia les cuesta mucho lograr que se ejecute”. “Quienes trabajamos con casos de violencia de género sabemos que la denuncia es una de las tantas herramientas que podemos tener, pero llegar a esa instancia implica recorrer un largo camino y de hecho en muchos casos cuando se denuncia la violencia aumenta”. Por eso considera que una política seria tiene que tener esto en cuenta para poder acompañar a la mujer, que sea una herramienta que le permita salir de esa violencia.
Otra de las herramientas fundamentales para salir de esa situación es terminar con la feminización de la pobreza en nuestro país (en la Argentina el 66% de las personas pobres son mujeres). “Los problemas económicos son los que hacen que las mujeres muchas veces se queden en relaciones violentas”, explica. “No pondría tanto el foco en las políticas penales, me parece que hay que fortalecer verdaderamente a las jefas de hogar y a las mujeres en general”, dice Sabrina, quien ve la solución mejorando cuestiones de índole social, productiva y del mundo del trabajo.
Esta abogada cree fervientemente que su camino profesional no es individual, en el área donde se despliegue siempre aspira a seguir encontrando socias que enriquezcan el trabajo. “Los proyectos, para que lleguen a algo serio, son colectivos; son muchas voluntades trabajando desde diferentes lugares”.
Sabrina fue la primera mujer argentina en ser reconocida por la revista Time (2018) como una de las líderes del futuro por su lucha por los derechos de las mujeres. Actualmente, también se desempeña como investigadora del programa de abogacía feminista de la Universidad Torcuato Di Tella.