Romina es directora médica del Hogar LeDor VaDor, donde viven más de 300 personas mayores, es Magister en Gestión de Servicios Gerontológicos, y coordina Desatar Argentina, un grupo interdisciplinario formado por profesionales especializados en geriatría y gerontología que promueve los cuidados libres de sujeciones para la tercera edad.
Mientras recorre los pasillos y salas del hogar que dirige desde hace 12 años, Romina no para de recibir halagos y palabras de afecto de sus residentes, y ésta es su mayor recompensa. Para ellos es una especie de hada madrina: los escucha, los atiende y los abraza cada vez que puede, se ríe con ellos y charla con sus familiares. Este hogar atiende las necesidades de adultos de la comunidad judía y cuenta con un staff de 450 profesionales de la salud, que coordina Romina. Son médicos clínicos, especialistas y enfermeros que trabajan en equipo bajo su dirección. Cuando el hogar abrió en el 2007, eran dos médicas de planta con 80 pacientes y una estructura mucho más pequeña; de allí Romina pasó a la coordinación médica, y desde el 2008 es directora.
Esta médica está al tanto de las historias de cada uno de los residentes, a diario supervisa los diferentes sectores de la institución, revisa a los pacientes que están más complicados y le dedica mucho tiempo a las reuniones de equipo para llevar adelante una gestión interdisciplinaria.
Enseguida resalta que la escucha y la empatía son las cualidades que más desarrolla un médico que atiende y acompaña a personas mayores: “La capacidad de escucha a ellos y a sus familiares es fundamental, así como la capacidad de trabajo en equipo. La geriatría es la especialidad médica que se ocupa de aspectos biológicos y psicosociales de las personas mayores; es una de las disciplinas que integra la gerontología, que es un campo interdisciplinario”, explica, a modo de presentación de su área de saber y trabajo.
Y confiesa que “lo que más he desarrollado en el hogar es el trabajo con las familias, en todo sentido: desde la institucionalización hasta el diálogo diario, es acompañar a los pacientes y a las familias en todo el proceso”. La edad promedio de los residentes del hogar es de 88 años y el adulto más longevo que vivió allí llegó a tener 105.
Romina se recibió de médica en la Universidad de Buenos Aires y cursó dos especialidades: la clínica y la geriatría. Esta última la descubrió un poco de casualidad: cuando le tocó hacer la residencia para clínica médica, en el Hospital Militar Central, la mandaron al piso de geriatría, un área poco cotizada entre los estudiantes. Apenas pisó esa sala se dio cuenta de que eso era lo que quería hacer en adelante como médica.
“Siento que es lo que siempre quise hacer, cuando estudiaba sabía que mi especialidad iba a tener que ver con el intercambio y la interacción con el otro”, cuenta entusiasmada y segura de su lugar en el mundo profesional de la medicina.
La profundización en la temática la llevó a Romina a coordinar desde el 2017 Desatar Argentina, un grupo de profesionales de diferentes áreas que trabajan fuertemente en abolir las sujeciones a la hora de cuidar a los mayores. “Estamos promoviendo el cuidado libre de sujeciones, es decir, que no sean atados, queremos desarrollar la calidad de vida de personas mayores, su respeto, la dignidad y la ética del cuidado”. Esta práctica sigue estando muy naturalizada en nuestro país. En el 2011 llegó a sus manos el primer paper sobre el tema, lo comenzó a investigar, primero fue tema de interés, luego de preocupación y ahora prácticamente una cruzada en la que trabaja con pasión y perseverancia.
Reconoce como desafío y objetivo de su labor profesional el fomento de los derechos de las personas mayores: “Hay derechos en todas las etapas de la vida y en ese marco es que trabajamos por lograr sujeciones cero, capacitar en todo el país sobre el tema, abolir prejuicios y achicar el hueco que hay entre la legislación y la realidad, hoy se ata porque hay miedo de acciones legales por caídas”, amplia.
Romina trabaja mucho con el concepto de “cuidar con riesgos”, que quiere decir no sobreproteger a la persona mayor porque eso le quita autonomía. “Hay que encontrar el equilibrio entre cuidar y empoderar al otro, uno de los grandes temas a trabajar con las familias”.
La tercera edad es una etapa de la vida en la que vamos a estar todos, por eso Romina recomienda que nos podamos ver en ese lugar: “Es importante pensar en el propio envejecimiento para poder respetar el envejecimiento del otro y acompañarlo de igual a igual”.
“Muchas personas mayores están bien, y sólo precisan recibir cuidados preventivos, empoderamiento y que se les promueva la autonomía. Aún las personas con demencia, teniendo deseos y sentimientos, es importante fomentarles el desarrollo de sus capacidades residuales”, relata.
Por eso insiste en la importancia de saber qué quieren nuestros mayores, escucharlos, y construir un futuro “porque la tercera edad es nuestro propio futuro”.
Romina menciona entre sus logros dos libros que escribió: Los grandes síndromes geriátricos y Emergencias en el anciano, de Editorial Edimed. Además, coordina un Programa de Educación Continua, de Editorial Panamericana, sobre Cuidados del Adulto Mayor, y actualmente cursa el Doctorado en Investigación Gerontológica, siendo parte de la primera cohorte del mismo.