Paula trabaja de guía de trekking en las Sierras Grandes de Córdoba liderando expediciones turísticas para ascender el Cerro más alto de esa provincia, el Champaquí. Además es miembro de la Asociación de Guías del Parque Nacional Quebrada del Condorito, desde donde impulsa el cuidado del medio ambiente y la mejora de las condiciones de trabajo de los guías.
“Cada diez guías varones hay sólo dos mujeres”, cuenta Paula, una de las pocas guías de trekking con veinte años de experiencia en turismo y excursionismo en ambientes agrestes. Es una actividad, dice, donde el prejuicio está muy presente. “Te encontrás con una mirada machista en muchos espacios, un poco conservadora, desde los chicos que llevan las mulas hasta mis propios colegas. Es un ambiente muy de hombres al que cuesta ingresar y tenés que dar dos veces la misma prueba por ser mujer”, describe.
“Soy apasionada por lo que hago, si no tenés eso no lo podés hacer porque es un trabajo de mucha exposición física y psicológica”, señala.
Hace ocho años que se dedica a guiar expediciones de grupos de 10 a 15 personas durante tres días para ascender los 2.800 metros del Cerro Champaquí. Son 40 km de caminata en contacto con la naturaleza. Paula destaca el impacto de la actividad en la economía y el turismo pero lo que más le gusta en su trabajo es ayudar a quienes la acompañan a superar sus límites. “Es un placer ver cómo llegan a la cima personas que pensaban no poder hacerlo”, confiesa.
Paula nació y creció en Bella Vista, provincia de Buenos Aires. Es licenciada en Turismo por la Universidad de Morón. Apenas se recibió a mediados de los ´90 decidió que era el momento de adquirir experiencia profesional en la Patagonia. “Era una época en la que había mucho trabajo, oportunidades y desarrollo”, cuenta. Así trabajó durante tres años en Esquel, provincia de Chubut, en una hostería y en una escuela secundaria con orientación turística. Hizo la especialización en el Parque Nacional Los Alerces, donde también se desempeñó como guía. A partir de 1998 realizó diez temporadas en Ushuaia como guía, primero para agencias locales y luego de forma independiente ofreciendo servicio a grupos o personas, mayormente con turismo internacional.
En Tierra del Fuego comenzó a hacer turismo de aventura, para lo cual adquirió una camioneta 4 x 4, transformándose en conductora experta y guía en el parque nacional de la provincia más austral del país. Liderar ese tipo de tours, en 4 x 4 y a través de rutas que no están pavimentadas “también era un trabajo tradicionalmente más realizado por hombres que por mujeres”, indica. “Los turistas se sorprendían y a veces desconfiaban de que fuera una mujer la que estaba al volante”, señala. Su seguridad y el buen humor fueron sus estrategias para enfrentar comentarios machistas, “¿Vos vas a manejar?”, le han preguntado con desconfianza más de una vez.
La misma determinación la permite pensar qué quiere hacer en el futuro: “No me asusta tomar decisiones, ni el cambio”, afirma. Planea desarrollar su propia agencia de viajes, con productos diseñados en función de una atención personalizada y con una buena calidad turística.
Otro factor que le atrae de su trabajo es poder sensibilizar a los turistas en la preservación de la naturaleza, como cuando lidera grupos de escolares en caminatas de dificultad media. “Es la ocasión para sembrar en los jóvenes la semilla sobre cómo cuidar y comprometerse con el medio ambiente”, dice.