Patricia maneja uno de los enormes colectivos de la Línea 130. Todos los días hace varias veces el recorrido desde Boulogne, provincia de Buenos Aires, hasta el barrio de La Boca, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es una de las 5 mujeres de un plantel de 170 conductores varones.
Manejar un colectivo hace parte de la historia de la familia de Patricia. Su papá era dueño y chofer de un colectivo, y a los 13 años su tío –también colectivero- le enseñó a manejar en ese mismo colectivo familiar. Para completar, terminó casándose con un colectivero: no podía ser de otra manera. Pero su sueño de chica tuvo que esperar. Empezó trabajando en labores administrativas, hasta que un día del año 1996 vio a una mujer manejando un vehículo de la Línea 140. No lo dudó, se presentó, pasó todas las pruebas y entró en esa línea, donde trabajó durante 10 años.
Pero las vueltas de la vida la llevaron a renunciar por razones familiares, y cuando estuvo en condiciones de reincorporarse al rubro, le resultó muy difícil. Presentaba su currículum y antecedentes pero no la convocaban. “No todas las líneas te toman, al principio“. La primera respuesta era “mujeres no”. Luego, aceptaban recibir su CV pero no llamaban. O sea, una manera de decir que no a las candidatas, ya que las empresas seguían incorporando hombres. Como señala Patricia, el punto de inflexión de la práctica discriminatoria fue el caso de Érica Borda, quien después de 6 años de una batalla judicial -con el patrocinio jurídico de la Defensoría General de la Nación- logró un amparo contra el Estado nacional y tres empresas de colectivos. El dictamen obligó a las empresas cuestionadas a contratar profesionales mujeres hasta alcanzar el 30% de su staff de choferes.
Fue así que en 2019, luego de 12 años de buscar empleo en el sector, Patricia entró como chofer en la Línea 130. Su pasión por conducir es imposible de disimular, dice que apenas podía dormir de la emoción los primeros días de los recorridos. Su incorporación fue muy bien recibida en la empresa y entre sus colegas, sin embargo reconoce que en la calle aún perdura cierto prejuicio hacia las mujeres al volante. “Hay muchos hombres que me felicitan, y eso es gratificante, pero también sucede que hay hombres que me hacen la seña para subir y cuando llego a la parada y ven que soy mujer, deciden no subir al colectivo”, cuenta.
Como describe, en general se lleva bien con todos, incluso con los taxistas, pero le molestan los comentarios machistas y, si bien se nota que es una conductora amable, cordial y segura, tiene personalidad. “Trato de no tener problemas en la calle, pero creo que cuando dejemos el ‘yo paso primero’ y respetemos al otro, todo va a andar mejor”, asegura Patricia.
Según datos de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), en Argentina cuentan con licencia profesional (la cual incluye pasajeros, cargas generales y mercancías peligrosas) 925 mujeres contra 376.246 varones. De esas mujeres, 454 son conductoras de transportes de pasajeros. Patricia deja en claro que su trabajo le encanta. “Reconozco que el machismo está presente, pero creo que te lo encontrás en todas partes, por eso es tan importante que nos vean en estos puestos”.
Cuando la critican abiertamente por su profesión, ella responde: “No te confundas, las mujeres manejamos de todo. Pueden ser autos, lavarropas y hombres. Esto es igualdad de oportunidades, no es feminismo, ni machismo”.
Como chofer de colectivo, Patricia hace hincapié en manejar con mucha precaución, mantener siempre la distancia con el vehículo que está adelante y no encerrar a nadie. “Las puertas, el boleto, el que está cruzando mal. Estoy sumamente atenta a todo”, detalla, reconociendo que su labor genera mucha adrenalina y, a su vez, que las condiciones de trabajo cambiaron. Es que hoy no hay que manejar dinero arriba del transporte, y además los coches de la empresa para la que trabaja son nuevos y automáticos.
Patricia ambiciona manejar un transporte de larga distancia, y espera que más jóvenes se animen a trabajar de chofer. Reconoce que hubo una lucha que abrió puertas y ahora hay que aprovecharlas, y que compartir públicamente su experiencia es una manera de ayudar a terminar con la discriminación en este ámbito.
En ese sentido, este año en Argentina se hizo oficial la creación del Registro de Mujeres Aspirantes a Choferes de Colectivo (REMACC). Las aspirantes deben ser mayores de 21 años, completar el formulario de inscripción y enviar las licencias habilitantes.