Paola es pionera en realizar un trabajo que por mucho tiempo fue ejercido sólo por varones: es chofer de una ambulancia del SAME, Sistema de Atención Médica de Emergencias. Su área operativa cubre las zonas de mayor tránsito de la Ciudad de Buenos Aires: micro y macro centro.
Dentro del SAME fue radio-operadora durante 7 años hasta que llegó la oferta para asumir la conducción de una de las ambulancias que hasta entonces sólo manejaban conductores varones. Para Paola fue una grata sorpresa, la conocían trabajando en emergencias vía telefónica y evaluaron que su perfil podía desarrollarse en las situaciones de emergencias que se presentan en la calle. Su experiencia como conductora se limitaba a haber conducido un micro escolar durante un tiempo, por lo que ya contaba con registro profesional.
Para encarar esta nueva labor, recibió una intensa capacitación y entrenamiento. A casi dos años del inicio, Paola abrió el camino a otras conductoras: hoy son 4 mujeres dentro de una flota de 500 choferes.
Los conductores del SAME no sólo manejan los móviles sino que también verifican el equipamiento y su funcionalidad, mantienen las condiciones de transitabilidad de los vehículos y colaboran con la atención inicial del paciente.
El sistema laboral de Paola consiste en 7 guardias al mes de 24 horas (4 fijas, 1 rotativa fija al mes y 2 flotantes que le toca en diferentes días). Esta intensa dinámica de trabajo, sumado a las situaciones de emergencia y gravedad que debe afrontar según el caso, exige de su parte un espíritu calmo y una personalidad enérgica y ejecutiva. Cree que por eso le ofrecieron el puesto: “Soy una persona de carácter muy fuerte pero al mismo tiempo soy muy tranquila, no estallo fácilmente, tengo mucha paciencia con los problemas, siempre trato de resolver y mediar”.
Paola destaca que el cambio generado al pasar de radio-operadora a chofer implicó “un desafío terrible, porque no es sólo el hecho de manejar, sino con lo que te encontrás en el lugar. Va más allá del manejo, de las sirenas, del tráfico, es llegar al lugar y encontrarte algo traumático o no”. Y confiesa que “nadie está preparado para ver todas esas situaciones, uno se va haciendo a medida que va transcurriendo laboralmente el camino de chofer”.
Otra de las facetas fundamentales es formar un buen equipo con el médico con el que trabaja. Es casi prioritario conocerse bien y trabajar mancomunadamente porque están solos los dos en cada situación. Cuenta que “nosotros tenemos que dar asistencia al médico en lo que pueda llegar a necesitar, nos capacitan para ser solidarios con ellos”.
Por eso reconoce como importantísima la figura del médico. Para ella es la guía, de la que sigue aprendiendo sobre primeros auxilios. Y valora a su compañero actual, al que considera su “mentor y profesor nato, quien tiene una docencia especial conmigo”.
Las tareas de auxilio que realiza Paola en la emergencia tienen que ver con todo lo que no sea invasivo para el paciente. “En un accidente de tránsito el médico le pone el collar al herido, pero yo sé muy bien cómo poner la tabla para que al paciente no se le mueva la columna y no tenga consecuencias a largo plazo”, brinda como ejemplo de sus funciones. Por lo tanto, Paola sabe hacer RCP (curso de reanimación cardiopulmonar), está preparada para la parte operativa de partos, psiquiatría, traumatología, y sabe cómo extricar a un paciente (sacar a una persona atrapada que no puede liberarse por sí misma o acceder a ella para su rescate).
Sus jornadas laborales pueden ser muy diferentes, aunque tienen algunas rutinas que seguir tales como el mantenimiento de los vehículos y su equipamiento, ahora extremado por las condiciones sanitarias de la pandemia Covid 19. Entre traslado y traslado desinfecta la ambulancia, y respeta a rajatabla el protocolo de seguridad e higiene implementado para trabajar en contexto de pandemia. De hecho, por estos días Paola usa un kit de bioseguridad durante toda la guardia: antiparras, guantes dobles, camisolín, botas, escafandra y barbijo. Y cuenta que no bajó la demanda de llamados, pero que sin embargo son de otro tipo: no hay tantos accidentes viales, ya que hay menos gente en las calles. Al inicio de la pandemia le tocó hacer el traslado de muchos pacientes contagiados, hasta que autorizaron también a las obras sociales a realizarlos.
Paola considera que todos los casos son difíciles, aunque la emergencia no sea tan grave “el contexto social siempre es complejo”; con esto se refiere a trabajar en la calle, llena de gente y muy expuesta. Sin embargo, ella tiene claro que su función es abocarse al paciente y se concentra en ello.
Muchas veces llegan a accidentes donde tienen que atender a los familiares de la víctima fallecida porque se descompuso o le agarró una crisis de angustia. “Todos los días pasa algo distinto, como las obras de teatro, no siempre salen iguales por más que tengas un guión”, explica Paola sobre su trabajo, que puede ser muy duro y difícil. Y recuerda un caso que le hizo caer las lágrimas: fue un “caso de oficio” en el que “tuvimos que retirar niños de una familia que vivía en la calle, eso fue triste si bien fuimos en apoyo para trasladar a los asistentes sociales y a los chicos”.
Hoy, a diferencia de los primeros meses como chofer de ambulancia que fueron de “ansiedad total” y en los que no tenía claro si lo iba a soportar, no se imagina haciendo otra cosa. Sabe que es una tarea que genera mucha adrenalina pero también sabe cómo bajarla y “dentro de lo que se puede, manejar rápido; muchas veces llegás al hospital con el paciente y a veces no, según la gravedad del caso”. Para afrontar esas situaciones, cuentan con un equipo de profesionales que los contienen todo el tiempo, “podés desahogarte y hablar”.
Con el orgullo de ser quien abrió un camino a más mujeres choferes de ambulancias en el SAME, Paola indica que no se trata de una tarea de fuerza, sino de encararla con tranquilidad. Hoy, sus aspiraciones profesionales son “evolucionar dentro de esto, porque me encanta ayudar a la gente”.