De lunes a viernes, conduce un vehículo de mediano porte para una empresa de transportes. Esto significa que traslada de 4 mil a 8 mil kilos por viaje. Es una de las 477 mujeres camioneras registradas en todo el país.
A Norma Arrua siempre le gustó manejar pero hasta hace seis años era ama de casa. Fue entonces que hizo el curso para lograr el registro profesional de camionera. Luego sacó también la habilitación específica para trasladar cargas peligrosas (productos químicos, mezclas de sustancias o artículos que suponen un riesgo para las personas o el medio ambiente y deben ser manipulados correctamente).
Hoy, recorre de 400 a 500 kilómetros por día con su camión Accelo 815 de Mercedes Benz. El frente del vehículo está decorado con una bandera argentina y en el interior nunca falta una cinta del Gauchito Gil, figura religiosa de devoción popular que acompaña y protege a los viajeros.
“Estar acá arriba significa libertad, pero no para irme de mi casa, sino para hacer un camino. Me encanta mi trabajo”, cuenta con alegría Norma, que es simpática y conversadora.
Ese es su espacio propio. Pasa muchas horas ahí arriba, en esa suerte de oficina móvil donde puede escuchar música, pensar, hablar con el manos libres y controlar a distancia todo lo que sucede en su hogar. “Es donde río y lloro -dice-. El mío es un trabajo solitario, pero así me gusta, al punto que prefiero no llevar acompañante”.
En su agenda laboral, los viajes se acomodan de lunes a viernes; según el recorrido, hay jornadas que comienza a las 6 de la mañana, pero suele finalizar a las 3 o 4 de la tarde. Le gusta tanto lo que hace, que los feriados lo extraña: “Esto nos pasa a todas”, confiesa. Lo dice con conocimiento del rubro, ya que hace tres años, con otras colegas, crearon en Facebook la página “Simplemente camioneras”, donde intercambian experiencias, datos y anécdotas. Además, tienen un grupo de WhatsApp que conecta a casi cien camioneras. Muchas de ellas se reunieron por primera vez en 2018, en un evento realizado en Buenos Aires por una importante marca de neumáticos.
Según datos oficiales de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte, en el país hay registrados 300.691 camioneros, de los cuales apenas 447 son mujeres, es decir el 1,5% del total. Norma da fe de que sus compañeras manejan con chasis, acoplados, suben y bajan las cargas en el puerto, acomodan las lonas y hacen transporte de granos, logística, animales (desde pollos hasta caballos y vacas), autopartes o automóviles, entre otras cosas, igual que sus colegas varones.
Sin embargo, aún encuentran dificultades propias del género, como carencia de duchas o baños femeninos en algunas plantas de descarga o en los puertos. La camionera relata que, más de una vez, le reclamaron “que venga el chofer” y “se encontraron conmigo, pero no me siento discriminada –asegura–, me presento con respeto y educación. Creo que las dificultades dependen de la personalidad”.
Norma no se detiene en prejuicios ni estereotipos: “Es cierto que sé más de recetas de cocina que de mecánica, pero estoy atenta a todo. Me gusta manejar y trabajar. Llueve o truene, salgo igual; lo importante es cumplir y que la mercadería llegue bien a destino” cuenta.
“Soy muy detallista y cuidadosa. Me encanta la adrenalina de los días de tránsito pesado; cuanto más lío, más me gusta”, dice. Eso le permite, sin duda, llevar adelante un oficio que muchas veces puede ser tedioso. Es consciente de que lo suyo implica, además, una gran responsabilidad, sobre todo cuando se trata de trasladar cargas peligrosas.
Entre sus proyectos inmediatos, aspira a lograr la ampliación de su registro para manejar camiones articulados y comprar un vehículo más grande, que le permitirá crecer porque tendrá más capacidad de carga.
Su mensaje para las que quieran ponerse al volante de un camión es claro y optimista: “A quien le guste esto, que lo haga. Hay que animarse, porque ya no hay rubros prohibidos para las mujeres”.