Nancy es la primera capitana de un buque pesquero en Argentina, hace 27 años es una de las pocas mujeres que viene ejerciendo distintas funciones dentro de una embarcación pesquera en los mares del sur del país. Comenzó como camarera, con mucho esfuerzo y, superando obstáculos, logró formarse en la Escuela Nacional de Pesca Comandante "Luis Piedra Buena", en Mar del Plata, una de las tres escuelas de pesca que existen en Sudamérica.
Nancy nació en Trelew, Chubut y su primer trabajo en la industria pesquera fue en Puerto Madryn. A los 19 años más por necesidad y azar que elección ingresó en el mundo de la pesca cuando la mayoría de las tripulaciones estaban compuestas casi en su totalidad por hombres, las mujeres excepcionalmente ocupaban lugares en la cocina.
Su recorrido profesional fue una prueba constante. Por el solo hecho de ser mujer, sufrió discriminaciones y acoso de todo tipo, debió superar resistencias y hasta ideas supersticiosas que señalan que las mujeres a bordo traen mala suerte.
Hoy puede decir que se siente respetada cada vez que sale a navegar con una tripulación a cargo, ha abierto camino en el mar para otras mujeres que se animan a soltar amarras e ingresar en el mundo de la pesca.
Debutó como capitana o “capitán” (porque aún los rangos marítimos no incluyen el género femenino) en 2013, al mando del buque Miss Tide que realizaba pesca de vieiras patagónicas. Tres años más tarde quedó como capitana efectiva en el Erin Bruce, un gran buque de 54 metros de eslora y 12 de manga, de la empresa canadiense Wanchese. Antes, se había desempeñado como oficial en varias embarcaciones.
¿Qué hace un capitán de barcos de la industria pesquera? Es el encargado de todo el buque, de la navegación, de explotar el recurso marítimo y de la seguridad del barco, de la tripulación y de la carga.
Los datos son elocuentes en cuanto a la escasez de mujeres desempeñándose en el rubro. Según la Organización Internacional del Trabajo, solamente el 2% del personal de flota marítima en el mundo son mujeres, y ocupan mayormente cargos no jerárquicos, por lo que la trayectoria de Nancy es de las pocas que se tiene registro.
Con tanta experiencia y camino recorrido Nancy no lleva contabilizadas las salidas al mar pero cuenta que tiene 4 libretas llenas: “eso te lleva muchos años, ¡mínimo 6 o 7 mareas al año!”, dice orgullosa. Se llama “marea” a cada viaje de pesca. Nancy explica que en un barco grande las mareas pueden durar de 30 a 35 días y en los más chicos una semana.
Este año por primera vez en mucho tiempo Nancy estuvo en tierra 3 meses consecutivos en la ciudad donde vive, Mar del Plata, y eso para ella es un montón e implica adaptarse a la vida terrestre. Sin embargo, ya tiene planes para el 2023, en enero se embarca en un “potero”, buque dedicado a la pesca del calamar, la embarcación es el Tai sei Maru 8, que pertenece a la empresa nacional Mattera, “una de las pocas que no tiene problema con que sea mujer”, señala. Pero esta vez irá como primer oficial así baja un poco el estrés de ser capitana por tantos años y deja de ser el centro de la mirada que siente que le pesa por ser la única mujer que ejerce ese rol.
“La mayoría de los puestos en la pesca están cubiertos por hombres. Este año salí como primera oficial y éramos 45 personas, solo dos mujeres: la enfermera y yo. Lamentablemente aún no hay igualdad”, asegura Nancy.
¿Cómo fueron tus inicios en la industria pesquera?
Al principio con el título de patrón de pesca solo podía trabajar en barcos muy chiquitos, de 20 metros, no querían saber nada en esa época, en 2003 decías que una mujer subía a un barco y se morían de espanto. No había posibilidad de entrar, era una idea descabellada. Así que tuve la suerte de que un gerente me permitió la habilitación, la extensión de mi título, y pude salir como segunda oficial del Mataco 2, eran 45 personas, yo la única mujer, y ahí junte la singladura para poder hacer lo que me pedía la Escuela Nacional de Pesca, volví a la Escuela, muy cabeza dura, e hice la titulación de piloto de pesca y a partir de ahí me convocaron para los buques de vieiras y empecé a salir como oficial. Aunque en mi primera marea salí de marinera, con título y todo volví a la base, en la segunda ya de oficial, como soy mujer pensaban que por ahí no entendí las cosas (dice irónicamente) entonces seguí trabajando de marinera, aprendiendo, esto lo recalco porque no se lo hacen a ningún hombre.
¿Fue un camino difícil, lleno de pruebas?
Siempre está la desconfianza, por el hecho de ser mujer no te creen capaz de poder cumplir una función.
¿Cómo llegaste a ser capitana?
En 2013 mi jefe era de Estado Unidos, y él me tenía mucha fe, porque me contaba que en EEUU prefieren a las mujeres de capitán, decía que las mujeres somos más frías y calculadoras, competidoras, que ponemos todo y no podía entender como acá no podían aceptar que haya una mujer capitán. Él decidió que saliera de capitán, ahí la mitad de la tripulación se me bajó, tenían miedo que hunda el barco (se ríe), trajeron a otro personal y finalmente salí como capitán. En mi primera vez tuve mucha suerte porque encontré pescaditos, el barco hacía un par de años que no se completaba, volví con el barco antes de tiempo, mi jefe estaba feliz, me llamó de EEUU y me decía “yo sabía que ibas a ser buena capitana”. Me fue bien contra todos los pronósticos. Fue en el Miss Tide, un buque de vieiras, grande, de 58 metros de largo.
¿Te podés reír de eso a pesar de que sufriste en su momento?
Hoy me causa gracia, pero en ese momento estaba muy nerviosa. Me costó tanto pero tanto cada título, siempre la tuve que pelear tanto que estaba acostumbrada a eso, que sabía que nada iba a ser fácil. Hasta en algún momento en la Escuela de Pesca no me querían dar el título, me hicieron una investigación que no se le hizo a nadie. Recibí un manoseo tan grande, pero logré mi título. Al final: qué me importa que digan tantas cosas yo iba a salir de capitán, era mi sueño.
¿Cómo es la dinámica de trabajo embarcada, hay momentos de esparcimiento?
Es muy amplio el tema porque cada buque y cada pesquería tiene sus reglamentos totalmente diferentes. Hay embarcaciones como los poteros, que el que está de día es el capitán y de noche el oficial, en otros poteros el capitán está de noche porque es el que pesca y de día está el oficial, es muy relativo. Esparcimiento sería después de trabajar mirar un peli, no mucho más, lo mínimo de horas de trabajo son 12 por día, no tenemos libre ni sábado ni domingo, todos los días son lunes. En tierra sabés que el domingo podés descansar, relajarte, arriba del barco eso no existe.
¿Cuánto fue el tiempo máximo que llegaste a estar embarcada?
Fueron 65 días, en ese momento era camarera, fue un montón, hoy priorizo que no sean más de 30 o 35 días, se hace muy pesado, uno cree que no, pero es demasiado tiempo alejado de la sociedad, de todo. Hay que tener mucha necesidad como me pasó en ese momento o ser una persona muy especial, no digo que no lo puedo volver hacer pero si hoy puedo elegir no me voy a esos barcos de tantos días, incluso hay barcos que están 3 meses sin tocar tierra.
¿Cómo cambió el tema de la comunicación con tierra en estos 27 años de tu trayectoria?
Ha cambiado drásticamente, más en estos últimos 2 años, prácticamente todas las embarcaciones tienen wifi y podés mandar mensajes de texto, capáz no te permiten hacer video llamada pero tenés contacto. Antes la comunicación era por radio, a través de Argentina Radio, hablabas y cualquiera que sintonizaba la radio te podía escuchar, luego se implementaron las llamadas satelitales, que 5 minutos eran 50 dólares, era carísimo. Ahora algunas empresas te cobran el acceso a internet y otras lo ponen como parte del beneficio del trabajo en la embarcación.
¿Qué recuerdos tenés de esa época con respecto a tu vida y relación con tu familia?
Cuando empecé a navegar mi hijo era un bebé, en esa época nos daban una vez por semana una comunicación por radio de 5 minutos, pero dependiamos de todo para poder hablar: del tiempo, si había condiciones, si había alcance. A veces pasaban semanas sin contacto con tierra, por ahí hablaba una o dos veces al mes con suerte. La verdad que era muy cruel y terrible aquella época.
¿Y cómo se enfrenta la parte difícil y sacrificada de esta tarea?
A mi me gusta concentrarme mucho en mi trabajo, creo que me ha quedado esto de que al ser mujer siempre estoy en el ojo del huracán, siendo observada, eso hace que cuando estoy trabajando estoy sumamente concentrada y pongo 100% todo en mi trabajo. Además, mi familia se hizo a la costumbre de que si no es algo muy pero muy grave no me entero. Ellos piensan para qué la vamos a preocupar, saben que desde donde estoy no puedo hacer nada, porque si es muy grave implicaría volver a puerto. Así que cuando llego a tierra me enteró de todo lo que pasó. Es decir, si me tengo que bajonear o lo que sea ya corté la palanca y no puedo cometer errores en mi trabajo.
Además, ¿no es tan inmediato o fácil volver a puerto?
Los buques de vieira suelen estar a 200 millas de distancia del puerto más cercano, eso implica una navegación de 3 días. Es una profesión muy cruel, yo lo cuento como si nada, pero se vive un desarraigo muy grande, nosotros nos acostumbramos a vivir de manera ermitaña, cuando llegamos a tierra nos cuesta adaptarnos a la familia, al entorno, nos estresa tanto movimiento, volver a los besos y a los abrazos. Imagínate que en el mar no hay contacto físico de ningún tipo. Vivimos en dos mundos totalmente diferentes, entonces no es tan fácil y sufrimos porque estamos lejos, somos personas ausentes, madres o padres ausentes, no todas las familias lo entienden, hay familias súper amorosas que nos acompañan.
¿Cómo te seguís formando en tu profesión?
En la Escuela te dan un pantallazo pero cuando salís de primer oficial es el capitán el que te va enseñando cómo utilizar los aparatos ya embarcada. Siendo capitán si incorporan alguna nueva herramienta hay una capacitación técnica, y luego meterle mano, leer el manual y así nos vamos adaptando a las nuevas tecnologías.
¿Cuál es el periodo del año más difícil para este trabajo?
Junio, julio y agosto aunque ahora está cambiando mucho el clima, terriblemente, hay temporales que antes no se veían. Hoy estás en pleno verano y tenés unos terribles temporales. Es como que el planeta se está comportando muy raro y nosotros lo estamos sufriendo. Capaz podés estar dos semanas de temporal ininterrumpido.
¿Y cómo se afrontan esas situaciones?
Depende, con la vieira se pesca con temporal y todo, cuando merma un poco nos permite largarnos, pescamos un par de horas y cuando se pone otra vez fuerte y no se puede maniobrar el barco, paramos. Hay embarcaciones que cambian de zona, se van a lugares más lejos, “se camina” se dice cuando se mueven de lugar.
¿Tuviste alguna experiencia de mucho peligro en el mar?
Una vez me fui a dormir y dije “de esta noche no pasamos” por lo fuerte y grande del temporal. No podíamos hacer nada, fue como una resignación. Estaba en el medio del mar sola con mi tripulación y lo único que podía hacer era tratar de dar tranquilidad, porque si vos te enloqueces se enloquece todo el mundo. En mi interior creí que al otro día no íbamos a estar vivos. Pero hice como si nada y dije: “bueno, muchachos, buenas noches, descansen, cuidado, no se golpeen, hasta mañana, cualquier cosa me avisan”. Y me fui a dormir e imaginaba que me iba a despertar con el agua tapándome. Y al otro día me desperté y seguíamos con temporal y estábamos vivos. Fue en el 2014, estaba de capitán en el Erin Bruce. Ahí cuando desperté dije: no navego más. Llegamos a puerto tarde, dejamos “correr el temporal”, significa que dejamos que nos lleve. Cuando llegué le dije al armador: no voy a navegar más, todavía no me quiero morir. Y me mandaron a descansar y a los días se me pasó y ya estaba lista para salir a navegar otra vez. Pero me asusté bastante.
¿Qué diferencias notás entre un capitán hombre y una capitana mujer?
A los capitanes siempre se les permite más porque son hombres, yo no podría dar una orden muy directa en tono agresivo, entonces uso mucho la psicología, encaro de otra forma. Por ejemplo, una vez los muchachos de cubierta no querían usar el chaleco salvavidas porque les molestaba, se quejaban, yo los escuché cuando terminaron de hablar le dije: “chicos, yo entiendo que el chaleco les molesta pero si no tienen chaleco y se caen al agua no tengo forma de recuperar el cuerpo, vamos a la realidad, vos ya te moriste pero luego va a venir tu señora o tus hijos y me van a decir: capitana por qué mi marido no tenía chaleco ahora no puedo recuperar su cuerpo y cobrar la indemnización. Y ¿qué le digo yo a tu señora?. Chicos, esto es un tema que involucra a todos”. Esa es la psicología que yo uso. Todos salieron convencidos con sus chalecos a trabajar, mi tripulación no son 29 tripulantes, son 29 familias, yo me siento responsable por la gente que queda esperando su regreso, es una responsabilidad en todos los sentidos: salud, alimento. Ahí nos nace lo maternal, porque siempre se nos educó para ser cuidadoras. Y creo que queda eso, y ellos te ven hasta como una madre, yo tengo tripulantes de 20 años, mi hijo tiene 28, los veo como hijos.
¿Te sentís respetada a esta altura de tu carrera?
Si, totalmente. El año pasado que comencé con el trabajo en los poteros, tenía mucho temor porque es otro tipo de gente, que viven una vida muy “heavy”, hacen trabajos muy pesados muchísimas horas, pero resultó ser una tripulación preciosa, super respetuosos, obviamente que uno se gana el respeto desde el mismo respeto, y siempre les digo: sin uds el barco no se llena. Darle lugar a la tripulación, son los más importantes. Y te responden muy bien.
¿Qué es lo que siempre tiene que estar bien para poder tener una buena navegación y pesca?
Los elementos de seguridad (embarcación, motor, timón, balsas) y la capacitación de la tripulación, es lo más importante, uno puede fallar en la faena (la pesca) pero no podés fallar si tenés algún inconveniente a bordo, accidente o principio de incendio. En eso hago mucho hincapié, por ahí dicen que soy muy pesada, pero yo le digo a la tripulación que mi vida también depende de ellos, los concientizo.
¿Cómo es la preparación previa a iniciar el viaje de pesca?
Normalmente unos días antes recorro el barco, voy conociendo a los oficiales, al contramaestre, luego al resto de la tripulación y cuando comenzás la capacitación ves a todos. Se hace una charla y luego ejercicios con toda la gente, se estudian los roles y se hacen pruebas, simulacros de incendio, etc, ahí ya empezamos a interactuar antes de embarcar.
¿Podés decidir si alguna persona no está en condiciones de embarcar?
Si, la Ley de navegación 20094 dice que el capitán es el que elige su tripulación, que sea personal idóneo, me ha pasado que tuve que bajar algunos tripulantes ya sea por mal comportamiento o porque no han sabido desarrollarse profesionalmente, sino trabaja bien alguien se tiene que hacer cargo del trabajo, entonces se vuelve injusto. En general lo consulto con el contramaestre que es el que está todo el día trabajando con ellos.
¿Qué prohibiciones rigen en las embarcaciones?
Ley seca, ninguna bebida alcohólica, hay sanciones si alguien se lo encuentra con drogas o alcohol, está todo estipulado, la empresa lo puede bajar y despedir con justa causa. En todas las empresas tienen sus políticas: no fumar en espacios cerrados, no alcohol, no drogas y no discriminar, nada de violencia de género. Pero lo loco es que no hay mujeres, la primera violencia es el hecho de que no quieran embarcar mujeres.
¿Cuáles son tus sueños profesionales?
Ser vista como un par más, salir a buscar trabajo y tener las mismas posibilidades que mis compañeros, sin ser discriminada.