Nadia es doctora y licenciada en Biotecnología de la Universidad Nacional de Quilmes, provincia de Buenos Aires, donde se desarrolla como investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas CONICET. El Laboratorio de Bionanotecnología de la Universidad es su principal lugar de trabajo desde que se recibió pero también, hace 12 años, que despliega una faceta artística como standupera en diferentes escenarios, donde habla de ciencia en clave humorística.
En 2014 tomó un curso dictado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología para entrenar a científicos en comunicación de las ciencias mediante el humor. Desde allí formó el grupo Poper, científicos que popularizan las ciencias mediante el stand up.
En la Universidad de Quilmes, además de ejercer su labor científica en el laboratorio, Nadia es profesora asociada de la asignatura Química II y hace muy poco se convirtió en la primera coordinadora de la Unidad de publicaciones del Departamento de Ciencia y Tecnología de la Universidad.
¿Qué hace un biotecnólogo y vos a qué te estás dedicando actualmente?
La definición de la biotecnología es utilizar organismos para producir bienes y servicios, yo me dediqué más a la investigación y trabajo en algo que se llama biofísica. Lo que hago es intentar que ciertos fármacos o medicamentos lleguen más eficientemente a zonas del cuerpo que tienen que llegar y menos eficientemente a dónde no tienen que llegar para evitar efectos secundarios. Eso lo hago con algo llamado liposomas, que es una forma de encapsular esos fármacos en una bolsa hecha de forma natural con algo que se llama fosfolípidos y dependiendo el fármaco que tenés es el tipo de estrategia que elegís. Actualmente estoy trabajando con fármacos que van al pulmón que son mucolíticos, como los pulmones están recubiertos de surfactantes pulmonares que también están hechos de fosfolípidos fabrico esos fosfolípidos en base a algo parecido al surfactante pulmonar porque la hipótesis es que llegaría más eficientemente a los pulmones o mejoraría la llegada de estas drogas si están formulados con algo similar al pulmón.
Además trabajo en colaboración con gente de la Universidad de San Martín que hace trabajos en animales, para mi lo más lindo de la ciencia es el aspecto colaborativo que es que los diferentes grupos combinan las distintas fortalezas y me encontré con el grupo del investigador Ignacio Fenoy de la Universidad de San Martín que saben mucho de modelos “in vivo” en enfermedades pulmonares, entonces puedo probar las cosas que yo tengo en modelos de enfermedad pulmonar.
¿Estas investigaciones a qué personas con qué enfermedades benefician?
Esto serviría en todas las enfermedades que tengan una producción anormal de mocos. Actualmente con este trabajo en colaboración lo estamos probando en dos modelos de enfermedades: el asma y las que se llaman fibrosis pulmonares.
¿Tenés algún prurito con el tema del uso de animales para experimentar?
Yo no los puedo usar porque me da impresión pero no estoy en contra del uso de animales, el grueso de la gente piensa que nosotros somos una especie de carniceros que entramos a un bioterio y gozamos con un ratón sangrando, no es así, hay comités de ética que chequean los experimentos que hacemos, el número de animales que usás, si es correcto o si se puede reducir, chequean los métodos de anestesia y analgesia que usás, todo está chequeado, porque la idea es reducir al mínimo todo tipo de sufrimiento. Y de hecho hay experimentos que te dicen que no se pueden hacer.
¿Cómo decidiste estudiar esta carrera?
Hace muchos años cuando termine la secundaria en 1995 quería estudiar genética y no existía la carrera acá, me tenía que ir al interior y un preceptor mío estaba terminando esta carrera en la Universidad de Quilmes y me dijo que era mucho más amplia que genética, que tenía muchas más herramientas y además que estaba cerca de mi casa, porque yo soy de Bernal, no era algo menor. La Universidad quedaba a 8 cuadras de mi casa, me metí, me encantó, y como era una universidad que recién arrancaba era bastante chica, en las primeras materias éramos pocos alumnos, te designaban un tutor que te indicaba todo, a mi me había tocado una investigadora y viróloga muy grosa, Graciela Glickman, y yo la buscaba a ella en el laboratorio sino sabia algo y me atendía.
¿Cómo evalúas hoy el lugar de las mujeres en la ciencia?
Paridad hay, el mismo número de mujeres que de hombres, vas al Conicet y somos la misma cantidad. El tema es que en los cargos superiores, ya sea de Conicet o en universidades nacionales, la mayoría los tienen los hombres entonces las decisiones las siguen tomando ellos. Hace poco fue el día de la mujer y la niña científicas, y vi un montón de posteos re lindos apelando a la participación de las niñas, yo creo que participan pero después llega un punto en que no podés subir, eso si se tiene que modificar, más allá de incentivar a las niñas a que participen, con eso estoy totalmente de acuerdo, pero también los “niños” que están arriba de todo tienen que dejarnos un poquito de lugar.
¿Tuviste alguna limitación o experiencia negativa durante tu carrera?
Hay cosas que están naturalizadas, cosas que se dicen, que siempre te las bancás porque aprendimos a callarnos la boca y “hacer la mía” total ya está y cuando lo decís resulta que sos una loca. Esto tiene que ver con el mansplaining a morir, esto de “te explico cómo es esto”. Por ejemplo, la administración de subsidios para la investigación es muy engorrosa y lleva mucha burocracia explicar para qué usaste los fondos que te da el Estado y en general esa burocracia la llevamos adelante las mujeres porque los hombres están para pensar “grandes cosas”. Los investigadores vienen y te dicen: “esto no lo se hacer, vos lo hacés mejor y más rápido”. Y, si, porque lo aprendí. Entonces yo antes decía dame la planilla a mi y ahora no lo hago más. Capáz te miran como sos una loca.
¿De tu trabajo actual como biotecnóloga qué es lo que más te apasiona?
Hay muchos experimentos que son largos y tediosos y vos tenés que estar cargando en una planilla excel para cada experimento un numerito que sale, y vas cargando todo y en un momento todos esos datos que capaz te costaron un montón, días y días de gestionarlos, seleccionás todo en la planilla y ponés hacer gráfico y aparece y eso me emociona mucho. Tal vez parece una estupidez, pero es ver el resultado final ahí, es una adrenalina que me pone muy feliz. Y también me pone muy feliz estar en el laboratorio con los becarios y con el grupo de trabajo.
¿Y cuál es la parte que menos te gusta?
Pedir subsidios y rendirlos, es algo que odio y nunca me va gustar. Tendría que haber un personal administrativo dedicado a rendir los subsidios, no lo tenemos lamentablemente.
¿Cómo llegaste al stand up científico?
Empecé en el 2012 como hobby porque todo el mundo me decía que era graciosa y tenía que hacer algo. Pero no arranque con stand up científico, siempre había hecho cursos de teatros y talleres, pero no me habían entusiasmado. Cuando hice el curso de stand up me di cuenta que eso me gustaba. De este género se dice que no tiene cuarta pared, en el teatro vos estás en una caja entre 4 paredes y tenés que interaccionar entre tus compañeros, si explota una bomba en la sala vos tenés que hacer como que eso no ocurrió, en el stand up la cuarta pared es el público y eso es lo que más me entusiasma, si estalla una bomba en el público tenés que hacer un chiste de eso. En el 2014 me enteré que había un curso de stand up que dictaba el Ministerio de Ciencia y Tecnología, para egresados de carrera científicas que quisieran comunicar ciencia y me anoté, porque con el profesor que lo daba, Diego Weinstein nunca había estudiado, entonces me mandé por eso, y me encantó y ahí conocí un montón de científicos que también tenían inquietudes artísticas, de 300 que se presentaron nos seleccionaron a 30.
¿Cuáles son los temas científicos que te dan más letra para tus presentaciones de stand up?
En principio hablaba mucho de mujeres y después empecé a ver otros temas, últimamente estoy escribiendo chistes sobre el viagra, que es una droga que no nació para la difusión eréctil, es una droga para la insuficiencia respiratoria cuya hipótesis era que incrementaba la circulación sanguínea en los pulmones y se dieron cuenta que había un curioso efecto secundario, esas cosas dan para hacer humor.
¿Qué es lo que más te divierte de tu trabajo y lo usás para hacer humor?
Casi todo lo que me da gracia tengo la oportunidad de decirlo, por ejemplo me llegó un artículo científico que habían hecho en el Hospital Italiano sobre la campaña de San Martín en el cruce de los Andes que tuvo un armado sanitario súper interesante y además del detalle de todas las drogas que él usaba para curar. Ahí atrás hay un montón de ciencia para comunicar súper divertido. Hice chistes en su momento porque a San Martín se le sumaba mucha gente para la campaña, pero él tenía que seleccionar a los que eran aptos para la batalla entonces empezó a tener criterios como “hombres útiles” y “hombres inútiles”, los criterios que te hacían inútil eran tremendos, por ejemplo, había “hombres estropeados”. Ahí hay muchas cosas que te sirven para hacer chistes pero también para concientizar porque si San Martín en eso momento usaba un criterio que te hacía “hombre útil” era la vacunación antivariólica, tenías que estar vacunado contra la viruela, San Martín sabía que si se hacinaban en un campamento y había uno con viruela estaban todos muertos.
¿Siempre presentás el mismo show o lo vas cambiando?
Lo voy cambiando, tengo chistes de diversos temas y depende del público voy viendo que pongo. Si me toca un club de comedia un día a las once de la noche se que puedo usar más material de viagra si me toca más temprano uso chistes de paleontología y otras cosas, dependiendo de la hora y el lugar. Si en el show estoy yo sola dura una hora y si somos más comediantes 20 minutos.
¿Cuáles son los desafíos y sueños laborales para el futuro?
Ser mejor en la Unidad de publicaciones, aprender mejor todo ese proceso y aprender a escribir mejor para comunicar ciencia.
Nadia es una comunicadora nata y su labor en la difusión de la ciencia abarca distintas actividades entre ellas, desde 2018 redacta y narra junto a Valeria Edelszstein el podcast Contemos Historias, relatos relacionados con ciencia. En 2022 se incorporó al programa Crossover, conducido por Julio Leiva en Radio Vorterix con una columna científica que escribe y produce ella misma. Y desde ese mismo año es redactora para la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.
Además, brindó una charla en TEDx Río de la Plata titulada “Un cerebro más liviano”, en Tecnópolis, en 2017 y en TEDx Santa Cruz de la Sierra con “La comunicación de la ciencia mediante el humor”, en 2018. En 2016 formó parte del programa Científico stand up, conducido por Dalia Gutmann y emitido por TecTv.
Ha recibido los premios “Mujeres que inspiran”, en 2019, entregado por la Gran Logia Femenina Argentina e “Isalud 2019”, distinción a la investigación y salud 2019 otorgado por Fundación Isalud.