Desde su juventud, esta profesora de literatura trabaja en defender los derechos de los africanos, afrodescendientes y difundir su cultura, poco conocida en la Argentina. La lucha contra el racismo es su misión.
Miriam es descendiente de pobladores de Cabo Verde, y desde muy joven trabaja, lucha y milita por la cultura africana. Es así que en 1993 se convirtió en la primera mujer en presidir la Asociación Caboverdeana de Dock Sud. Por tres períodos estuvo al frente de esta organización que, al haber sido fundada en 1932, es una de las más antiguas en la defensa de los caboverdianos en el mundo.
Además de colaborar con las necesidades de alimentación, vivienda y medicamentos de sus miembros, la asociación también brinda asesoramiento legal, organiza talleres y cursos, realiza actividades para preservar la identidad caboverdiana y reflexionar sobre su rol en el país. Se calcula que cerca de 25.000 descendientes de caboverdianos viven en la Argentina.
“Creo que la Argentina no está interesada en conocer el continente africano, sólo superficialmente”. Miriam considera que la historia de la Argentina debería ser reescrita: “Habría que incorporar grandes sectores de la población que fueron negados, como los pueblos africanos llegados al país. No es una historia honesta si no tiene en cuenta a estos pueblos”, amplía.
Cabo Verde es un archipiélago en el Océano Atlántico conformado por diez islas montañosas de origen volcánico. Por su carácter insular, los inmigrantes llegados eran expertos marineros y pescadores y por eso se instalaron en ciudades con puertos tales como Rosario, Buenos Aires, San Nicolás, Bahía Blanca, Ensenada y Dock Sud. La mayoría trabajaba en astilleros (Marina de guerra y mercante), y eran maquinistas, carpinteros, marineros, electricistas o mecánicos.
Miriam es profesora de literatura africana (español y portugués) con experiencia en el Instituto Lenguas Vivas y en varias universidades. Su militancia con la cultura caboverdiana comenzó cuando tenía 20 años: “Con la llegada de la democracia al país, comencé a participar del Comité Argentino Latinoamericano contra el Apartheid”, cuenta. Estudió, investigó y se sumergió de lleno en la lucha de Sudáfrica. Los principios de esa lucha guiaron su accionar en la Argentina: luchar contra la discriminación, el racismo, y dar a conocer la presencia negra negada.
Miriam describe al caboverdiano como una persona nostálgica, cálida y atenta. “Tenemos la palabra morabeza para describir la forma de ser de nuestra gente, que son personas bondadosas y amables”.
También explica que la cultura caboverdiana es de fuerte presencia de mujeres en las familias dentro y fuera de hogar. “Como los varones caboverdianos siempre han trabajado en el mar, viajando y fuera de la casa, les correspondía a las mujeres formar a los hijos. Sin embargo, en las instituciones el poder de los varones era mayor”. Como reconoce, esa tradición patriarcal fue un desafío para poder llegar a presidir la Asociación en la Argentina: “Fue una pelea política que tuve que dar, sobre todo con los varones que habían nacido en las islas. Yo era una pibita nacida en Argentina, para ellos me faltaba legitimidad, pero lentamente empezaron a confiar en mí”.
Hoy, Miriam se dedica a organizar varias actividades en la Asociación. Cada dos años invita a la “Caravana Cabo Verde en el Corazón”, viaje para que los argentinos de origen caboverdiano vayan al país de sus ancestros. Asimismo, promueve el curso de creol, síntesis de lenguas africanas, portugués y otras lenguas europeas. Y una vez por mes tiene lugar la Cachupa. “Es nuestra comida típica, un gran almuerzo que se llena de gente. Tocamos música de Cabo Verde, bailamos, hablamos de diferentes temas y compartimos. Es nuestra forma de preservar la identidad”, cuenta orgullosa.