Es operaria soldadora en una empresa metalúrgica autopartista que se dedica al estampado de partes de carrocería en acero y su ensamblado. Maneja un robot que suelda grandes piezas para autos.
Micaela tiene poco más de 20 años y comenzó hace dos en la industria automotriz, anteriormente sus experiencias laborales tenían que ver con la atención al cliente y venta. Pero apenas se enteró de la búsqueda en la fábrica donde trabaja no dudo en presentarse. “Me súper entusiasmó, era la primera vez que escuchaba que buscaban mujeres en la industria”, cuenta Micaela enfundada en su ropa de trabajo.
La planta de la fábrica donde trabaja está ubicada en Zárate, provincia de Buenos Aires y en ella todavía la mayoría del personal, sobre todo en los puestos de operarios, son hombres. Sin embargo, la industria automotriz de a poco está incorporando mujeres debido a que los hábitos de trabajo se han transformado con las nuevas tecnologías: la automatización y la robótica. Ya no hay que hacer fuerza para colocar las autopartes o para producir una pieza de grandes dimensiones, una maquinaria se encarga del esfuerzo. Eso benefició a las mujeres que crecen en puestos y funciones en la industria.
La tareas de soldadura que realiza Micaela implican pasar por tres pedestales, así se llama el lugar donde están ubicadas las máquinas robotizadas para soldar, estos espacios se llaman celdas y forman parte de una línea de producción. Micaela hace tres piezas distintas por día por eso va rotando de celda, en una de ellas trabaja en pareja con un compañero -esta es su labor favorita- porque siente que le pone más ritmo al trabajo ya que la pieza va girando, las otras dos son individuales.
Micaela encontró en esta labor su trabajo ideal porque “no me gusta estar sentada o quieta”, además tiene la exigencia de cumplir con un cupo de piezas por hora, “si no llegamos es porque tiene fallas la máquina o hay algún problema”, dice orgullosa de la producción que alcanza diariamente.
Para llegar a usar estos robots primero tuvo que capacitarse en otras áreas de la producción, y pasar por un puesto de base donde se suelda sin robot. “Al principio me quedé asombrada por los robots, cuando los vi quise usarlos” cuenta y detalla “al verlos funcionar me parecía re fácil hasta que lo hice, y no era tan así, pero finalmente le agarré la mano”.
También cuenta que “tenés que ser paciente, sobre todo al principio, que te podés frustrar porque no te salen bien las piezas, también cuando haces siempre la misma pieza, hay operarios que todo el día hacen lo mismo porque están todo el tiempo en el mismo puesto”.
Sus pretensiones laborales son “ir avanzando, no quedarme solamente en el puesto que estoy, se que lleva tiempo y hay que tener paciencia”, dice y aclara que particularmente le gustaría llegar a ocupar un puesto en el sector de “calidad” que es “donde controlas que las piezas salgan bien, es la calidad de cada producto, y tenés que estar recorriendo todos los puestos de la planta”.
Micaela llega a la planta con el uniforme puesto, es muy responsable en el uso del mismo ya que incluye los elementos de seguridad indispensables para trabajar: protectores, antiparras, las mangas para proteger los brazos, tapones auditivos, casco y los botines de trabajo reforzados en su puntera. Sin embargo ella le pone su toque juvenil algunos de sus pertenencias, por ejemplo su caja de herramienta está forrada con stickers y dibujos hechos por ella.
Reconoce que antes no era común que las mujeres consiguieran trabajo en la industria automotriz. “Esto nos da a una gran oportunidad, antes la mujer se encontraba limitada, creo que hoy en día gracias a tener un trabajo como este no tenemos tantos límites en el resto de nuestra vida”.