Es licenciada en Ciencias de la Educación y creó junto con un grupo de jóvenes mujeres la organización sin fines de lucro Chicas en Tecnología, que hoy dirige. Se autodefine como emprendedora especialista en tecnología educativa, creatividad, formación, empoderamiento de jóvenes y brecha de género.
Melina nació en Chubut pero desde muy joven se trasladó a Buenos Aires para estudiar danzas clásicas en el Teatro Colón, se recibió de maestra nacional en esa materia y luego estudió Ciencias de la Educación en la Universidad de Buenos Aires. Con diploma de honor se lanzó a la tecnología de lleno, realizó un master en Tecnología Educativa. Desde entonces trabaja fuertemente en crear soluciones y oportunidades educativas con tecnología de manera integral. Investiga y evalúa proyectos y programas de innovación que articulan educación y tecnología con foco regional, tanto en el sector público, en el privado como en organismos internacionales.
Hoy es la directora ejecutiva de Chicas en Tecnología e integrante y fundadora del colectivo interdisciplinario de arte digital A.Mo.Ver. Además, se desempeña como profesora e investigadora.
Para formarse, Melina logró ser becada por importantes instituciones y así ha nutrido su saber en el campo de las nuevas tecnologías y en la educación tecnológica. Ha sido becada para realizar el Programa de Liderazgo en Competitividad Global de la Universidad de Georgetown y también el Programa de Liderazgo de Visitantes Internacionales con foco en Educación y Tecnología, del Departamento de Estado del Gobierno de Estados Unidos. En 2018 fue becada por el programa intensivo para emprendedores con impacto social en Medio Oriente (Israel) de Schusterman Foundation, siendo la única persona de la región.
Melina considera que su carrera es muy ecléctica y que la formación artística con la que cuenta, en la que la creatividad tiene una rigurosidad y un sistema -el mundo de la danza clásica es muy riguroso-, le permitió llegar a dónde está hoy y tener la capacidad de vincular las tres áreas temáticas que más le interesan: arte, educación y tecnología.
Su primera experiencia laboral en ámbitos de tecnología educativa fue trabajar para una editorial en educación a distancia, formando a docentes a distancia con plataformas de e-learning.
Luego trabajó en diferentes proyectos y organismos internacionales, creando soluciones para que los docentes enseñaran tecnología. Uno de los trabajos que señala como importantes de su carrera es el diseño del programa de educación para Wikipedia Media, convocada por la fundación de Wikipedia, en el que implementó la guía para usar Wikipedia como recurso educativo para todos los países de habla hispana.
Otro de los hitos fue su trabajo en la Fundación Huésped, en su Laboratorio de Innovación Digital. “Investigamos, diseñamos y desarrollamos iniciativas novedosas que involucraban tecnologías con el objetivo de fortalecer acciones que tuvieran como meta generar una sociedad equitativa saludable con acceso a servicios, atención y derechos humanos, desarrollamos aplicaciones sobre todo para que los jóvenes entendieran el acceso a la tecnología con impacto social”, se explaya.
“Ahí me surgieron dudas y preguntas nodales sobre qué está pasando en este camino, estamos muy ansiosos por tener objetos tecnológicos pero no nos preguntamos para qué los estamos usando”, reflexiona, Se entusiasma con el hecho de que la tecnología pone en jaque la forma tradicional de aprender: “la tecnología te propone que experimentes, te equivoques, te preguntes o le preguntes a alguien cómo lo hizo”.
Gracias a los viajes que hizo cuando fue becada, pudo conectarse con personas de otros lugares del mundo y comenzó a preguntarse “por la relación entre tecnología, educación y género”. Es a partir de ahí, cuando en 2015 nace Chicas en Tecnología.
“Yo veía que los Estados invertían muchísimo en tecnología y fracasaban los programas, porque siempre hay un humano mediando y a veces es una mujer y esa mujer tiene un acercamiento a la tecnología que tiene un sesgo y recorrido inconsciente diferente”, explica Melina. “Lo más rico de Chicas en Tecnología es que la fundamos cuatro mujeres de perfiles muy diferentes que nos unimos para resolver un problema y pensar que la tecnología tiene que tener impacto social”, reconoce.
“Cada una empezó a innovar en la áreas de expertise que tenía, en mi caso empecé a aplicar todo lo que sabía de educación, cómo la educación tiene que ser pensada desde un ámbito no escolarizado pero tampoco compitiendo, no hay que cambiar todo en la escuela, hay cosas que sirven y otras tienen que articularse, pero lo más importante es que empiecen a empoderarse estas personas adolescentes, jóvenes mujeres que tienen que entender que ellas son creadoras de tecnologías y no solo usuarias”, dice con entusiasmo y claridad sobre el trabajo que realizan con la organización.
Melina destaca uno de los trabajos que recientemente hicieron: medir cuántas mujeres estudian carreras vinculadas a la informática, ingeniería y tecnología en Argentina; dato que no existía previamente. El primer resultado obtenido de esta medición de impacto es que en las universidades públicas y privadas de nuestro país solo el 16 % de los ingresantes son mujeres.
“Hoy no hay una buena meta aspiracional de que las mujeres ocupen lugares en tecnología; muchas veces ves que las ponen en cargos como CEO pero en el equipo que conduce o en la comisión directiva son todos hombres, entonces realmente no toma decisiones esa mujer”, cuenta.
Por eso Melina hoy trabaja fuertemente en “crear una cultura diferente y un cambio sistémico”. Sus tareas como directora ejecutiva son múltiples y muy variadas, desde pensar, escribir, dialogar, estar pendiente de las oportunidades, estar super actualizada sobre las nuevas tecnologías en el mundo y en Argentina, hasta hacer el fundraising para poder llevar adelante los proyectos. “En Chicas en Tecnología trabajamos motivando, formando y acompañando a esta generación de chicas de 13 a 18 años en el momento de la escuela secundaria y les enseñamos todo lo que tiene que ver con el mundo emprendedor tecnológico. Nuestro objetivo es que entiendan a la tecnología como una aliada”, explica.
Y va por más: “Aspiramos a que las mujeres puedan crear código y que sepan que atrás de un diseño hay un hombre, que la tecnología no está dada, sino que la diseñó alguien que no sabemos si te consideró como mujer”.
Su sueño es que exista paridad en la creación de códigos. “Creo que de esa manera va a haber más soluciones para más personas a nuestros problemas cotidianos. Hoy los grandes problemas que resuelve la tecnología los diseña un hombre americano blanco con todos esos sesgos, está claro que los algoritmos están pensados por un grupo de personas muy reducido, hay falta de diversidad”.