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Mariana Reuter -

Consultora psicológica y asesora en cultura Sorda

destacada Mariana Reuter
"Mi lengua natural es la lengua de señas"

Mariana es consultora psicológica y asesora especialista en Cultura Sorda, trabaja desde 2008 en Fundasor (Fundación de Padres y Familiares de Personas Sordas para su Integración), una asociación sin fines de lucro abocada a lograr una comunicación accesible con igualdad de posibilidades para todas las familias con integrantes Sordos. Junto a un equipo interdisciplinario de personas Sordas y oyentes de distintas especialidades Mariana brinda herramientas a las familias de personas Sordas y lleva adelante proyectos y capacitaciones en esa temática en diferentes ámbitos como escuelas, instituciones, hospitales. 

 

Su trayectoria laboral está íntimamente ligada a su historia personal y al descubrimiento de su identidad Sorda. “Yo nací sorda y mi familia es oyente, los médicos le recomendaron a mis padres llevarme a un colegio oralista, donde estaba prohibida la lengua de señas para que yo en un futuro pueda insertarme en la sociedad, y que no tenga contacto con personas sordas, de esa manera me crié, hablando oralmente, escribiendo, leyendo”, cuenta Mariana, sin embargo no lograba una verdadera integración y desarrollo. 

 

Cursó un colegio secundario para oyentes, le iba bien, aprobaba las materias y pasaba de año. “Pero la integración no sucedía, era muy complicado, se creaban barreras comunicacionales, me costaba mucho leerle los labios a cada una de las personas, a los docentes, a los compañeros, si me daba vuelta me perdía parte de la conversación, y me terminaba quedando muy sola, era imposible la interacción en grupos, en el secundario no me logré integrar y mi identidad como persona Sorda no estaba aceptada, pensaba que era una patología la sordera, los médicos me decían que necesitaba una cura -como ponerse un audífono-  entonces la comunicación tenía que hacerse solamente desde ese lugar”, relata Mariana que hoy trabaja fuertemente por cambiar el paradigma médico que estigmatiza a las personas Sordas.

 

Comenzó a estudiar Biología en la Universidad de Buenos Aires, llegó a segundo año de la carrera con mucho esfuerzo, recuerda que había materias cuyas clases duraban 3 horas y le resultaba muy cansador leer los labios de los profesores. Con frustración dejó esa carrera, pero paralelamente gracias a un amigo conoció a una persona Sorda que es usuaria de la lengua de señas, y este fue un punto de inflexión en su vida, tenía 26 años. “Fue un gran impacto, porque yo era sorda y esa persona también y no nos podíamos comunicar,  entonces dentro de mí había una contradicción, yo tenía muchos mandatos que venían de un paradigma médico, que decía que tenía que hablar oralmente y que con eso era suficiente, y gracias a esas personas Sordas que me presentaron y me llevaron a la Asociación Argentina de Sordos (ASO) de C.A.B.A,  vi que muchas personas Sordas hablaban lengua de señas y a partir de ahí, mi identidad se comenzó a construir”. 

 

Mariana, en ese momento no tenía la lengua de señas incorporada y solo tenía contacto con personas Sordas oralizadas igual que ella, recuerda que “tenía un prejuicio con eso, en el primario me habían dicho que esas personas eran ignorantes, que tenga cuidado, que no es una lengua, que eran unos tontos, después de un tiempo me di cuenta que eso estaba equivocado, había un gran error”, reflexiona.

“En ese momento empecé a participar en diferentes asociaciones, a tener contacto con personas Sordas, a ser militante de la comunidad Sorda, a luchar por el activismo Sordo”, cuenta con alegría Mariana, que en esa época participó en la Comisión Directiva de la Confederación Argentina de Sordos (CAS) como prosecretaria. Allí conoció a la actual presidenta Sorda (y fundadora) de Fundasor, quien le propuso ir más allá:sentían que faltaba algo, que había que trabajar con las familias de las personas Sordas. Así fue que se creó Fundasor, Mariana decidió formarse para tener más herramientas para ejercer su labor en la fundación y no solo ser referencia obligada por su experiencia de vida, por eso estudió Tecnicatura Superior en Consultoría Psicológica en la Universidad Maimónides.

Mariana ha participado en el programa Sordas Sin Violencia, que fue creado entre Fundasor y otra asociación especialista en violencia de género, como coordinadora durante 6 años. Hoy sus días laborales se despliegan entre la atención a las familias que llegan a la fundación en busca de asesoramiento, la capacitación a instituciones y el desarrollo de proyectos y talleres. 

¿Cómo describirías tu trabajo en Fundasor?

Hay tres tipos de familias que llegan a la fundación: padres oyentes con hijos Sordos, padres Sordos con hijos oyentes y padres e hijos Sordos, recibimos muchas consultas de esas familias, acerca de sus hijos. Mi rol es asesorar a las familias. Hoy el trabajo es un poco presencial y otro poco virtual, pero es intenso y continuo, seguimos recibiendo familias. Muchas veces los padres están angustiados, están en duelo, piensan que los chicos sordos no van a poder hacer nada, no tener un futuro, que no van a poder estudiar o trabajar y eso no es así, todo lo contrario, esos chicos van a poder hacerlo, pero tienen que vincularse con pares Sordos, que vean esas realidades que son las mismas. 

¿Qué es lo que más te inspira de tu labor? 

Ir a distintos lugares y conocer diferentes realidades, dar talleres en forma presencial, porque ese contacto con personas Sordas, estudiantes y niños Sordos me encanta, compartir e interactuar, también con los docentes y directivos, la mayoría son oyentes. 

¿Cuáles fueron las principales dificultades en su trayectoria?

Principalmente por ser Sorda, todos los días tengo barreras, yo puedo hablar oralmente, pero es muy difícil entender a las personas que me hablan a mí, por ejemplo, para hacer algún trámite tengo que ir acompañada. Como mujer no tuve problemas, pero en el programa Sordas Sin Violencia he visto muchas mujeres Sordas que sufrían de violencia:  ir a la policía o ir a la justicia o incluso pedir ayuda es muy difícil, veía estas situaciones. Durante la pandemia me angustié muchísimo, daban información y yo miraba la tele y ¿qué decían? A partir de ahí se creó un grupo de voluntarios de intérpretes de Lengua de Señas Argentina-Español (LSA-E) y asesores Sordos, del que participé, que realizamos videos explicando que era lo que sucedía, qué era el coronavirus, qué era la cuarentena, porque no había acceso a la información. 

¿Considera a las personas sordas como personas con discapacidad?

Esa es una gran discusión, nosotros siempre difundimos y reconocemos lo que dice la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Pero esa discapacidad son las barreras que ocasiona la sociedad. Las personas Sordas deben recibir el apoyo del Estado, por ejemplo, a través de un intérprete de LSA-E o distintas herramientas y tecnologías pensadas para personas Sordas, como por ejemplo el subtitulado. Yo siempre me presento como una persona Sorda que tengo una lengua y pertenezco a una comunidad. Y si hay intérpretes en todos los lugares y ámbitos, asesores Sordos o mediadores lingüísticos-culturales Sordos, si existiera esto en la policía, en la justicia, en atención al público, entonces la comunicación sería fluida y no habría ningún problema. 

¿Cómo debería ser la formación y educación para una persona sorda? 

Para mí es importante que la escuela sea de Sordos para Sordos y que la enseñanza sea en lengua de señas, que el profesor sea Sordo, para incorporar esa información desde un referente, mi intención es que se construya la identidad Sorda desde pequeños en el colegio, eso sería lo mejor. Obvio que luego debe estar vinculado con el español escrito porque la lengua de señas es una lengua ágrafa, eso es una gran dificultad. Hoy hay fallas en la educación, que debe adaptarse 100% para niños Sordos, no es una educación inclusiva, es necesario que sus materiales educativos estén adaptados en la lengua de señas, y que en el secundario tengan posibilidad de elección: si quieren ir a un colegio de oyentes, a otro integrado o de Sordos. 

Mariana siente que a través de los años ha sembrado muchas semillas que darán fruto; su militancia por la inclusión en la sociedad de las personas Sordas y  su labor por mejorar la comunicación en distintos ámbitos para la comunidad Sorda continúa. Reconoce como una gran experiencia “tener reuniones con padres oyentes y personas Sordas que trabajan en distintos ámbitos, que me cuenten sus emociones, sus dudas, sus inquietudes, preocupaciones, también hay algunos médicos que nos muestran una gran apertura, con mucha voluntad y reconocen a la lengua de señas y quieren participar”. Eso la reconforta y le suma energía para seguir trabajando por un esfuerzo compartido: “en mi situación como niña Sorda tuve que luchar un montón para poder adaptarme a la sociedad, yo me esfuerzo pero que la sociedad también lo haga, que trabajemos en conjunto. Esa es mi experiencia más importante. Y también ver cómo algunas familias avanzan, que me cuenten que sus hijos Sordos estudian o trabajan, es una gran emoción, son semillas que se van sembrando y es cuando esa planta crece y florece, es la recompensa de todo este trabajo”.

Fotos por Guillermo Monteleone