Open main menu

Maria Rodríguez -

Electricista

destacada Maria Rodríguez
"La familia y los amigos no estuvieron de acuerdo en que me dedicara a lo que me gustaba. Fue más la resistencia del entorno que el trabajo en sí mismo. Me decían que debía volver a la escuela a enseñar música, y no hacer cosas de hombres."

Maria Rodriguez tiene 37 años, es de Ezeiza y es electricista. Fue profesora de música durante 15 años y renunció para dedicarse plenamente a su nueva pasión, que hoy es su trabajo principal. “No es fácil pasar la incertidumbre del primer año”, afirma.

María está realizando las instalaciones eléctricas en una casa en remodelación, y con su sonrisa cálida y caja de herramientas cuenta que el rubro en el que trabaja es complicado para las mujeres: “Los propios colegas te miran raro y están esperando que te equivoques para confirmar que no sabés lo suficiente”señala.

En el año 2012, María compró una casa que habitó dos años más tarde. Cuenta que cuando se mudó le llamaron la atención las instalaciones eléctricas porque eran de mala calidad y sin ninguna protección. Por eso, comenzó a pedir presupuestos para cambiar el sistema eléctrico, que resultaba peligroso. Le salía más de 40.000 pesos; siendo que le no le era posible contar con ese dinero, ello la llevó formarse profesionalmente, para así poder reparar su propia casa. “Fue difícil al comienzo, porque no entendía nada y eran todos hombres. Tuve que pedirle a mi papá que cursara conmigo, porque no me animaba a ir sola. Entonces nos recibimos juntos”, recuerda.

María continuó con sus estudios, y confiesa que cuanto más iba entendiendo, más se apasionaba y veía la posibilidad certera de hacer la instalación de su casa ella misma. 

Por otro lado, le gusta la matemática, y matricularse le otorgó la posibilidad de llevar estos nuevos conocimientos al plano laboral. “Me encantó pasar de lo teórico a lo práctico. Entrar todos los días a distintas casas y enfrentarme a nuevos desafíos; muchas veces vas por algo muy sencillo, pero surge una complicación y es interesante cómo me las ingenio para resolver con lo que cuento profesionalmente”.

Orgullosa de su camino laboral, María dejó su trabajo de profesora aún en la incertidumbre. Hoy visita diariamente clientes fijos y nuevos en busca de soluciones. La llaman por referencias, a través del boca en boca, y gracias a las redes sociales. “El trabajo para mí ahora es salir de casa y volver contenta, nunca lo había visto así hasta que encontré lo que me gustaba realmente”.

Las mujeres que contratan a María quedan impactadas con su forma de trabajar. Rompe el estereotipo y demuestra que las mujeres pueden dedicarse a trabajos comúnmente asociados a los hombres y responder de manera eficiente sin problemas. “Yo doy talleres para mujeres, cuando llegan siempre es con un poco de duda, pero salen re entusiasmadas. Siento que desde mi lugar soy un ejemplo de que nosotras somos capaces, sólo tenemos que permitirnos el acceso y liberarnos de eso que todo el tiempo nos dijeron: que no podíamos”, enfatiza.

María da talleres de electricidad para mujeres porque entiende que somos las mujeres las que debemos abrir camino a otras mujeres. “Los hombres pueden aprender de cualquiera porque entre ellos se ayudan y se enseñan”. Cuenta que sus clientas le preguntan a otros electricistas sobre el trabajo que están realizando, y éstos le responden al hombre de la casa, como si no pudieran hablarle a la mujer sobre estos temas.

El sueño de María es tener una constructora. Paralelamente, el año que viene comienza sus estudios en Ingeniería eléctrica. Dice que si viviera en los años 50´, no podría trabajar de lo que hace; que la participación de la mujer se va ampliando, pero que aun así todavía quedan barreras, y su profesión forma parte de un aporte a la sociedad para, entre otras cosas, romper estereotipos sociales.

María cuenta que la familia y sus amigos no estuvieron de acuerdo en que se dedicara a lo que le gustaba. Que fue más la resistencia del entorno que el trabajo en sí mismo. Le decían que debía volver a la escuela a enseñar música, y no hacer cosas de hombres. Sin embargo, ella atravesó los prejuicios y las incertidumbres económicas para terminar haciendo de su pasión un trabajo, que hoy sostiene su economía e inspira a otras mujeres.

“Me destaco mucho por la prolijidad y la limpieza al momento de trabajar, y me gusta decidir con el cliente los pasos a seguir, contemplando la seguridad. Es otra forma de encarar la profesión, y estoy muy orgullosa de haberlo logrado”.