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María Negroni -

Escritora

destacada María Negroni
"Cuando el libro aparece, ya no te pertenece, un libro es como un trozo vital"

María es poeta, novelista, ensayista y traductora. Nació en Rosario, provincia de Santa Fe, vivió en EE.UU. y actualmente reside en Buenos Aires, donde dirige la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Tres de Febrero (UNTREF). Su obra narrativa y poética es reconocida en Argentina y en el mundo, habiendo sido traducida a varios idiomas. Obtuvo importantes distinciones como la Beca Guggenheim y el Konex de Platino en poesía.

Su primer libro lo publicó en Argentina en 1985, y ese mismo año comenzó su formación en el exterior: surgió la oportunidad de estudiar en EE.UU., donde logró un Doctorado en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Columbia, Nueva York, ciudad en la que vivió, trabajó y escribió durante muchos años. En ese periodo, mientras estudiaba, vivía del dictado de clases de español: “Fui muy feliz en esa época, daba clases de español como todos los estudiantes graduados en EE.UU. que vienen de Latinoamérica, no de literatura sino de idioma”. “En esos años escribí mucho y también una de las cosas hermosas y paradójicas de Nueva York es que conocí muchísimos más escritores de América Latina que en Argentina, me hice amiga de escritores mexicanos, centroamericanos, peruanos, chilenos”, recuerda María. 

La segunda etapa de vida en EE.UU. fue de 1999 a 2013, ya como profesora de la prestigiosa escuela de arte Sarah Lawrence College, donde daba clases de literatura latinoamericana. De esa misma escuela fueron profesoras las famosas escritoras Susan Sontag y Marguerite Yourcenar. 

 

¿Cómo te diste cuenta de que ibas a vivir de escribir? 

La escritura y el amor por los libros me han acompañado siempre, desde chica, pero tardé en legitimar la vocación de escribir, había un mandato familiar, mi padre era abogado y esperaba que heredara el estudio, por eso estudié derecho y terminé. En esa época, también me metí en la militancia política, y luego vino la dictadura. Hubo como una serie de distracciones, pero en la vida todo lo que uno hace sirve, incluso para la escritura. Pero me costó darme cuenta de qué era lo que quería hacer.

 

¿Cómo fue la vuelta a trabajar y vivir en Argentina? 

Un día caminando por la calle en Nueva York dije “ya está”. Esta experiencia de vivir afuera ya está, me quiero ir a casa, pensé. Además, todo lo que tenía que aprender allí, que era mucho, ya lo aprendí, si me quedo acá lo que viene es repetición. Yo ya estaba dando clases en un programa que había creado la escritora argentina en La Universidad de NY, Sylvia Molloy, donde me di cuenta de que tenía muchos alumnos argentinos y decía: con los escritores fabulosos que hay en Argentina, por que no hay un programa de escritura allá. Y comencé a pensar que sería lindo devolverle al país un poco de lo que me formó.

 

De esa manera, María encaró el regreso a Argentina, se pidió un año sabático y apenas llegó a Buenos Aires conoció la UNTREF porque fue a ver la muestra de un artista plástico francés, le fascinó la puesta y entonces surgió la idea de presentar la maestría. Con la firme convicción de que ese programa iba a tener éxito, se inició para María una nueva etapa. Ya hace 9 años que dirige y brinda clases en esa universidad, y este año comenzó a dictar una diplomatura online para estudiantes del interior del país. 

 

¿Se puede enseñar a escribir?

No, se puede transmitir la experiencia que uno tiene adentro de este oficio que es mucha, no solamente las cosas prácticas sino una concepción de lo que es la escritura y la literatura, de lo que se llama en nuestra jerga la poética, la estética. Los métodos o las cuestiones prácticas no importan, porque cada escritor es un mundo, vos llegás a la página con un montón de cosas que son solamente tuyas, lo que puede hacer un maestro o maestra o alguien que te guíe, es ir enseñando a afilar la punta de tu lápiz.

 

¿Cómo es tu día de trabajo en la escritura?

Yo soy bastante “trabajólica” como personalidad, trabajo mucho, en general hago mil cosas a la vez. En las mañanas trabajo con cosas de la maestría, hay muchas cosas que hacer, tenemos 60 estudiantes, 15 profesores. Se me ocurren cosas y armo convenios con otras universidades. A la tarde sigo sin darme cuenta de que cambié de canal, haciendo cosas que tienen que ver con la escritura. Como decía Juan Gelman: “La señora -en referencia a la inspiración- viene cuando quiere”. Siempre estoy leyendo, investigando. 

 

¿A vos personalmente cómo te viene la inspiración?

Son como rachas, ocurre algo y entonces es como un hilito del que empezás a tirar. Otra cosa que tiene la escritura es que los libros uno los ve en forma retroactiva: ‘Ahhh... acá hay un libro’; pero no lo sabes antes de escribirlo. Gelman también decía que la poesía es la ceniza que cae del pucho, es la combustión de la vida porque la vida y la escritura van juntas. Si te gusta escribir es hermoso, es terrible y es difícil. Pero es un don maravilloso cuando te sale algo y es una sensación de logro. Me pasa como lectora, yo amo leer, cuanto estoy leyendo y de repente viene una frase, que son como relámpagos y decís ‘guauuu’, tenés como una sensación de agradecimiento al escritor, al lenguaje, a todo, y si vos lo podés lograr, algo de eso, es maravilloso porque estás sintiendo que estás dando algo.

 

¿Cuáles fueron o son los momentos difíciles en la experiencia de escribir?

Son los momentos de sequía, cuando pensás ‘ya no se me va a ocurrir nada’, no estoy escribiendo, no tengo idea de cómo seguir; pero hay que aprender a esperar. Siempre sigue todo, como la vida, la quietud no existe, todo está en constante transformación y cambio. Y en la vida, que es lo mismo que la escritura, hay momentos de más vacío o que parece que hay cosas menos interesantes o momentos morosos, hay que esperar porque de ahí pueden surgir cosas muy buenas inesperadamente. Los americanos tienen una expresión muy linda que te dicen cuando te pasa algo ‘malo’, que se llama ‘this is a blessing in disguise’, que es una bendición disfrazada, como que de algo malo generalmente surgen cosas muy buenas.

 

¿Reconocés desafíos en tu trayectoria? 

Siempre hay, pero son menores. A lo largo del tiempo uno está constantemente aprendiendo y cuando sos más joven tenés apuros o inseguridades o tenés ratificaciones del afuera, todos esos son desafíos, con el tiempo eso se va suavizando. Los desafíos no son de la escritura son de las limitaciones propias. En cuanto a escribir, lo más importante es que no tiene que ser ni malo ni bueno, tiene que ser tuyo, lo mejor que vos podes hacer, que sea genuino. 

 

¿Después de publicar cómo te llevas con tu obra?

Cuando el libro aparece, ya no te pertenece, un libro es como un trozo vital, yo tengo una mirada agradecida, no critica, gracias que pude hacerlo, es medio un milagro escribir un libro. Los libros se van, que es bueno y malo eso, es una paradoja, yo siempre le digo a mis alumnos en la maestría: de la persona que escribe tengo la imagen del personaje mitológico de Sísifo que tenía que llevar una piedra a la cima y cuando te das vuelta la piedra se cayó. Yo les digo que el fracaso –esa piedra que se cae podría leerse como un fracaso- podría verse como una cosa negativa, al volver a caer, como el libro que se fue, que ya no te pertenece, que se independizó de vos. Pero al caer la piedra te relanza el deseo, es como que tengo que empezar de nuevo, es tremendo pero a la vez maravilloso, porque si te colmara totalmente no harías más nada. La escritura es así. Es fascinante como desafío existencial y como forma de vivir.

 

¿Qué es necesario para desarrollar la escritura?

La soledad es fundamental porque es lo único que permite correrse del ruido ambiente, que nos bombardea todo el tiempo. Cuando digo soledad digo también introspección: escucharte, conocerte en el sentido de aceptarte. Y tenés que ir al hueso de lo que sos, aunque eso sea espantoso, puede ser que la persona sea perversa, cruel, envidiosa, lo que fuera, si eso está totalmente aceptado y elaborado con la escritura es maravilloso. 

 

¿Hay una escritura o literatura femenina?

Creo que toda la escritura es femenina, desde el punto de vista de los parámetros culturales. Si hacés unos paradigmas de lo que considera la cultura femenino y masculino, dentro de la columna de lo masculino tenés: la razón, la claridad, el día, la fuerza, el heroismo, etc, y del lado de lo femenino tenés: el cuerpo, el deseo, la noche y la muerte. Y la literatura se hace con la columna de la izquierda, que es lo que culturalmente se entiende como lo femenino, que no es la mujer, es otra cosa, por eso digo que toda la escritura es femenina.   

 

Desde su primer libro publicado De tanto desolar María publicó numerosos libros de poesía. El último es Oratorio, editado por Vaso Roto para México y Bajolaluna para la Argentina.

 

Como referente de la literatura y de la poesía en la Argentina y Latinoamérica, se destacan entre sus obras: Cartas extraordinarias, Elegía Joseph Cornell, Objeto Satie, Archivo Dickinson y Pequeño mundo ilustrado, La noche tiene mil ojos, Islandia,  El arte del error, El testigo lúcido. Su próximo libro, que estará a la venta en dos meses, se llama El corazón del daño, editado por Random Mondadori.