Meri es terapista ocupacional, se formó en la Universidad de San Martín, y trabaja con pacientes en su consultorio de Béccar, provincia de Buenos Aires, también asiste a domicilios y es parte del gabinete interdisciplinario de la Asociación Argentina de Actividades Ecuestres para Discapacitados (A.A.A.E.P.A.D).
Un terapista ocupacional es un profesional que trabaja con personas de todas las edades para ayudarles a participar en las actividades cotidianas que son importantes para ellos, pero que pueden estar limitadas por una discapacidad, una enfermedad o una lesión. El objetivo principal del terapista ocupacional es ayudar a sus pacientes a lograr su máxima capacidad funcional y autonomía, lo que puede incluir tareas como vestirse, alimentarse, bañarse, cocinar y limpiar. Para lograrlo se desarrollan planes de tratamiento que se adaptan a las necesidades y objetivos específicos de cada paciente.
La historia profesional de Meri se desprende de su propia experiencia de vida, ella tiene espina bífida y eso afecta su columna vertebral. La espina bífida puede tener diversos grados de gravedad y lesionar diferentes áreas del cuerpo, por eso puede provocar discapacidades físicas e intelectuales, en el caso de Meri la dificultad se concentró en la movilidad de sus piernas.
Cuando Meri tenía 11 años unos amigos de sus padres le hablaron de los beneficios de la equinoterapia en todos los niveles, y como desde chica siempre le gustaron los caballos no dudó en decir que sí cuando le preguntaron si se animaba a asistir a A.A.A.E.P.A.D. Así comenzó su vinculación con la equinoterapia como paciente, durante su infancia y adolescencia compitió en el equipo paraecuestre de la Asociación, y logró, en 2017 y 2018, consagrarse como subcampeona nacional de esa disciplina.
Hoy Meri sigue vinculada a los caballos, pero desde otro lugar. “Ya no puedo galopar por un tema neurológico, mi médula está adherida al canal medular y cuando ando a caballo hace fricción y eso me produce unas descargas muy fuertes, en el último tiempo me bajaba del caballo y no podía ni arrancar a caminar”, recuerda Meri. Comenzó a experimentar unas puntadas eléctricas de dolor hasta la punta de sus pies, que son justamente la parte del cuerpo que ella no siente. “Fue horrible, preferí ceder esa parte de montar”, relata.
“Cuando dejé de montar lo tomé como un duelo, fueron 16 años dedicados a la equinoterapia que fueron una pasión para mí y lo tuve que transformar, hacer actividades desde abajo del caballo, alimentarlos, cuidarlos”, explica.
“Hoy no estoy en el equipo de pista por una cuestión de mi patología, tengo espina bifida y muchas de las actividades de la dinámica de una clase no la puedo llevar a cabo por mi limitación, entonces estoy con los chicos y jóvenes cuando llegan, hacemos distintas actividades previas a montar, los preparo, mi propósito es siempre el mismo: potenciar la equinoterapia”.
¿Y cómo llegaste a ser terapista ocupacional?
Arranqué justamente gracias a la equinoterapia, comencé a ser auxiliar en A.A.A.E.P.A.D, pasé por todos los sectores de la institución: administrativa, bar, limpieza, hasta que me ofrecieron ser auxiliar de gabinete para ayudar a los chicos.
Ahí comencé a conocer distintas carreras como psicología, psicopedagogía, maestra especial. Quería estudiar todas y otras que no tenían nada que ver, hasta que hice una orientación vocacional y salió terapia ocupacional, que es una carrera que tiene muchos campos de aplicación.
¿Y hoy en qué consiste para vos ser terapista ocupacional?
Yo lo que siempre manifiesto es que no trabajo con una persona con un diagnóstico yo trabajo con una persona, no me importa si tiene patología motora, mental, sensorial, cognitiva, yo trabajo con lo que veo y sé de la persona. Hago hincapié en el ser humano, en sus gustos, en sus intereses, en las cuestiones socioambientales, socioculturales y socioeconómicas.
¿Cómo es la logística de tu trabajo?
Por un lado, se puede hacer acompañamiento terapéutico, lo hice en algún momento. En lo que es terapia ocupacional primero se hace una evaluación al paciente para ver cuáles son las áreas ocupacionales en las que tiene algún tipo de dificultad, estas pueden ser todas las actividades que la persona realiza durante el día, incluso dormir: sueño, alimentación, vestirse, moverse en un medio de transporte, caminar, tener relaciones sociales, trabajar, estudiar. Yo los atiendo una, dos o tres veces por semana en sesiones de 45 minutos, trabajamos con actividades que pueden funcionar como medio para lograr un objetivo o la actividad en sí como objetivo. Por ejemplo, que la persona logre abrocharse la camisa, esa actividad es el objetivo entonces yo voy a ejecutar diferentes dinámicas o sub actividades para que esa persona aprenda y pueda abrocharse la camisa. Trabajamos mucho con interdisciplina porque para que se abroche la camisa tiene que tener buena funcionalidad en la mano por eso está bueno trabajar en conjunto con kinesiología, o las personas que tengan agorafobia, miedo a salir afuera, trabajar con psicología. La familia es un pilar súper importante, además de que el paciente esté de acuerdo en iniciar un tratamiento, es fundamental que su familia impulse todas las actividades que proponemos.
¿Cómo es tu trabajo en los tratamientos de equinoterapia que se llevan adelante en A.A.A.E.P.A.D?
Trabajamos con un gabinete interdisciplinario, con objetivos a corto y largo plazo para favorecer el momento de la equinoterapia. Yo entiendo equinoterapia desde el momento de salir de tu casa y acordarte que tenés que traer una zanahoria o manzana para el caballo como premio, hasta acordarte que te tenés que sacar el casco y dejarlo en su lugar, lo entiendo como algo completo y macro.
¿Qué es lo especial o distintivo de hacer una terapia con caballos?
La motivación de andar a caballo es algo distinto, algo novedoso, para los chicos que saben que vienen acá es una fiesta. Además, hay un montón de objetivos que no nos proponemos y salen naturalmente porque el caballo es un factor, un medio de por si por el solo hecho de ser: su calor corporal, el pulso rítmico cuando camina, el hecho de ser un ser vivo que tiene reacciones, adaptarse a esas reacciones. A mí me pasó que ante mi discapacidad y viendo todas las cosas que no podía hacer me encontré con que si puedo andar a caballo. “Pucha, estoy arriba de un caballo”, me dije. Incluso chicos que no pueden andar a caballo solos, pero tienen alguien que los sostenga, pueden percibir velocidad y altura. El caballo ya por el solo hecho de caminar me da la velocidad que mis piernas no me van a dar, dominar un bicho de 400 kilos es una locura. Y para los que no pueden montar hay contacto con los caballos desde abajo, nosotros le decimos “trabajo pie a tierra” ya sea dentro de la pista o en el monturero, guardar la montura, limpiar la cabezada, ponerle el pasto, llevarlo a tomar agua.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Yo no trabajo para que el paciente haga las cosas en las sesiones, a mi lo que más me gratifica es que una mamá o un paciente me cuente a la sesión siguiente: no sabés lo que hice, me salió, pude. Y también trabajo para que lo que hago yo se pueda extrapolar a todos los aspectos de su vida.
¿Hay momentos difíciles o frustrantes en esta profesión?
Varios, cuando un paciente decide no continuar con la terapia, ahí te hacés muchos cuestionamientos, sobre todo si no lo estoy dando de alta o derivando.
¿Existen pacientes que no logran avances o aprender?
Yo siempre veo los pequeños logros, me ha pasado de trabajar con colegas que te dicen: “con este chico no se puede hacer nada” y yo digo: “¿cómo que no? si se puede hacer”.A veces que un paciente te mire y registre un segundo es un montón. Y hay casos de pacientes que llegaron a su techo y nuestra función es mantener que no retroceda.
¿Cuáles son las patologías más difíciles?
Para mí, como te dije, trabajo con personas, me ha pasado de trabajar, en todo caso, con personas difíciles. He trabajado con personas con parálisis cerebral, que de la cabeza vuelan, pero están presos en una silla de ruedas, esa me parece una patología difícil, pero para la persona no para mí.
Meri, como terapista, considera que ninguna patología es limitante para lograr avances y mejoramiento en distintos aspectos de la vida de sus pacientes. Su propia historia es ejemplo y motivación para quiénes asiste, a eso le agrega su alegría natural y sentido del humor. “Pienso que si yo me divierto eso le da un plus a mi trabajo”, dice Meri que además destaca que la labor del terapista ocupacional es muy dinámica y “cero rutinaria”.
Entre sus desafíos aspira a seguir formándose en la materia y alentar a que más empleadores se animen a contratar en diversas tareas a personas con discapacidad.