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Marcela Álvarez -

Ingeniera especialista en Ingeniería Ambiental

destacada Marcela Álvarez
"Siempre sentí a la ingeniería como una herramienta de servicio"

Marcela Álvarez es ingeniera en construcciones y desde el 2014 tiene a cargo las obras del  Sistema Riachuelo, allí es responsable del gerenciamiento de los contratos de construcción y de la supervisión de la obra de saneamiento más importante de los últimos 70 años en Argentina.

Esta ingeniera de doble especialidad -en construcciones y laboral- también cuenta con estudios de posgrado en ingeniería ambiental. Hoy está al frente de una megaobra de infraestructura en la que trabajan cerca de 1500 obreros, técnicos e ingenieros. Se trata de la construcción de un mega colector, de una planta de pretratamiento cloacal, cuya financiación asciende a 1200 millones de dólares, incluye un túnel por debajo del lecho del Río de la Plata y permitirá mejor prestación del servicio a 4,3 millones de personas y, en un futuro, incorporar a 1,5 millones de vecinos a la red de cloacas. 

Para tener una idea de la magnitud y de la enorme responsabilidad que lleva adelante Marcela es importante señalar que esta obra trasladará los desechos cloacales de la ciudad de Buenos Aires y parte del conurbano (actualmente van a una planta de tratamiento en Berazategui).Se está construyendo de manera paralela un mega colector (más de 30 km de túneles que recolectarán los desagües cloacales a lo largo de la margen izquierda del Riachuelo y los transportarán hasta la planta), la planta de pretratamiento en Dock Sud, Avellaneda, que tratará los líquidos recibidos, y el emisario (un túnel que irá por debajo del agua volcará los líquidos ya tratados al Río de la Plata y así completa el proceso de depuración).

Marcela cuenta orgullosa detalles de la mega obra -única en el mundo por su envergadura-.  “Aquí se va a implementar un tratamiento por dilución, es decir, que el fenómeno de la depuración de los desechos lo termina completando un cuerpo receptor como el Río de la Plata, a través de un emisor -túnel- de 12 km de largo y 4,30 metros de diámetro, esto lo pone entre los 5 récords en el mundo”.

Sus jornadas laborales son intensas, 3 o 4 veces por semana asiste a los obradores de Dock Sud. Allí recorre los túneles, que se construyen a 45 metros bajo tierra, luego sigue el trabajo de oficina en el centro porteño: la esperan reuniones, pilas de papeles para firmar y tareas administrativas hasta muy tarde. Pero su día no termina ahí, Marcela confiesa que “cuando no estoy trabajando mi cabeza sigue pensando en temas pendientes, qué cosas puedo resolver, tengo ideas maravillosas hasta cuando duermo”.

Para esta mujer imparable y activa dirigir la obra del Sistema Riachuelo es una enorme oportunidad y responsabilidad. Coordina un equipo interdisciplinario muy grande de profesionales, técnicos y obreros pero dice que se siente “una más”. “Mi principal responsabilidad es articular todo para que las obras fluyan sin ningún problema, ese es el verdadero desafío”, describe. Según los cálculos la obra será terminada para fines del 2021 o principios del 2022. El proyecto se encuentra bajo la dirección de AySA, empresa que funciona bajo la órbita del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda y es el más grande de todos los que financia el Banco Mundial en América latina.

“El Sistema Riachuelo va a beneficiar a muchos habitantes y resolverá una problemática arrastrada por décadas. En ese sentido, veo a la ingeniería como una oportunidad importante de hacer algo por la gente, sin duda, hacer este trabajo me moviliza, es hacer el sueño cumplido”, cuenta Marcela.

Su paso por AySA se remonta a los inicios de su historia laboral ya que entre 1986 y 1993 trabajó para Obras Sanitarias de la Nación. En ese momento Marcela estudiaba ingeniería en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) cuando la compañía abrió un convenio de asistencia técnica para contratar a alumnos. No dudo en anotarse pero cuando la empresa se privatizó ese convenio quedó sin efecto. 

Así es que Marcela siguió su desarrollo laboral en una consultora internacional.  Comenzó haciendo inspecciones en obras para terminar siendo Directora General. “En esa época recorría 200 km por día en auto para inspeccionar obras de agua y saneamiento. Fue un trabajo fuerte pero muy fructífero porque aprendí mucho sobre la calidad de las instalaciones de servicios de cloacas y agua”, recuerda.

En la década del 90 fue una de las primeras mujeres ingenieras que se dedicaba al tema de Seguridad e Higiene en obras. Era todo un desafío trabajar en la vía pública porque casi no había marco regulatorio sobre la temática. “Desde entonces batallé con hombres en las obras, en ese momento éramos ingenieros laborales o expertos con matrícula los que nos dedicábamos al tema, y yo era la única mujer de todo el equipo de inspección y la única que hacía Seguridad e Higiene”, señala Marcela, que si bien se topó con resistencias de algunos contratistas destaca que siempre contó con el apoyo de sus jefes, obviamente varones. Hoy el equipo que dirige en AySA está conformado mayoritariamente por mujeres y dice que se “dio naturalmente”. Pero cree que las “mujeres somos más aplicadas y apasionadas en nuestro trabajo, le ponemos un valor agregado”. 

A modo de balance, Marcela cuenta que su vida profesional no fue siempre en continuo ascenso: “tuve que volver a empezar varias veces, por las condiciones del contexto, pero nunca bajé los brazos”. Y confiesa que nunca se va arrepentir de haberse quedado trabajando en Argentina, a pesar de haber tenido varias oportunidades de irse al exterior. 

“Siempre sentí que yo tenía que ser un medio para desarrollar cosas importantes en mi país, ahora viéndolo retrospectivamente, todo te va dirigiendo a un determinado lugar”. Por eso cuando la convocaron para dirigir esta mega obra no se achicó, “antes muerta que vencida”. 

Considera que esta obra es excepcional y llegar a la conducción de la misma es algo que nunca soñó porque según explica “es imposible pensar en una obra de esta naturaleza, no existen obras como ésta previamente, creo que la varita mágica me tocó”. Y reflexiona: “a lo mejor el Sistema Riachuelo, que se postergó por tantas décadas, estaba esperando mi maduración profesional para que nos encontráramos y lo llevará adelante, es sólo un pensamiento transversal para encontrarle alguna lógica”.