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Manuela Ortega Diker -

Bartender

destacada Manuela Ortega Diker
"La coctelería es un lenguaje universal"

Se presenta como bartender especializada en coctelería clásica. Se formó trabajando. No sabía nada de coctelería hasta que ingresó como cajera de uno de los bares de moda del circuito porteño, y al poco tiempo estaba en la barra preparando tragos con arte y profesionalismo.

Cuando empezó a trabajar en el rubro gastronómico Manuela no sabía ni cómo se preparaba un cóctel sencillo como el Gin Tonic. Hoy se mueve como pez en el agua en la barra de uno los bares más concurridos y conocidos de Buenos Aires. De sus tiempos de cajera recuerda que enseguida le interesó la acción que se vivía en la barra. Por eso decidió ir al bar en sus días francos a aprender. Ganó experiencia y pronto se hizo un lugar profesional en el rubro.

Si bien en otros países la presencia profesional femenina en las barras es mayor que en Argentina, la tendencia de los bares y boliches es contratar más mujeres. Antes ellas estaban para servir los tragos hoy los preparan. Las bartenders le dan un toque de glamour y simpatía a las barras, que ofician de escenarios de los centros gastronómicos de salidas nocturnas y circuitos cocteleros

Es el caso de Manuela que pasó por las barras de los mejores bares de coctelería de Buenos Aires. “Cada barra es distinta como el tipo de bar: cambia el servicio y el público”. Por ejemplo, en la barra donde trabaja en la actualidad “la gente que viene sabe lo que quiere”, destaca. La experiencia en los bares para los que trabajó le sirvió para aprender distintas maneras de preparar cócteles y ejercer este oficio. “Sobre todo, aprendés qué es lo que no te gusta”, agrega.

Si bien “se aceptan sugerencias para preparar el trago solicitado, cada cóctel tiene sus reglas, recetas y medidas y yo las respeto”, afirma, y asegura que su trago favorito es el Old Fashioned porque “es un clásico”. “Me gusta beberlo y hacerlo”, dice.

Hoy su técnica como bartender para interpretar al cliente es por la negativa: “decime tres cosas que no te gustan y yo te preparo algo”, les propone. También le gusta que le pidan hacer tragos que no existen. “Últimamente estoy muy enfocada a experimentar con los sabores”, subraya. Incluso, tiene varios tragos propios. “Invento muchos en el momento a pedido de los clientes”. Por las dudas, antes de servirlos, asegura, los prueba.

Pero no todo es tan simple y divertido como se ve: la tarea del bartender requiere de preparación, dedicación y práctica, recuerda. “Te tiene que gustar el trabajo físico: estamos paradas muchas horas, levantando cosas, cajas, botellas, y sumale a eso, el trabajo pesado previo y posterior de ordenar, limpiar, etc”, cuenta Manuela. Además “es fundamental que te encuentres cómoda trabajando con mucha gente: los otros bartender, camareros e infinidad de clientes. Acá no hay silencio nunca y tenés que aprender rápido los códigos de cada barra, es como una coreografía a coordinar con todos tus compañeros”, revela sobre su oficio.

Manuela se acostumbró pronto a trabajar en horario nocturno: hoy sus jornadas laborales comienzan a las 19 y terminan alrededor de las 3 de la mañana. Y como la mayoría de los empleos en el rubro gastronómico le toca trabajar durante el fin de semana, y sus francos suelen ser lunes, martes o miércoles.

Destaca también que “es un buen oficio para viajar”. La coctelería, dice, es un lenguaje que se puede compartir en cualquier lugar del mundo. “Un Manhatan es igual acá y en la China, por eso considero que es una herramienta para trabajar donde sea”, destaca.

A la hora de nombrar lugares donde le gustaría aprimorarse, señala los bares Salmón Gurú en Madrid o el Employees Only en Nueva York. “Este último es un bar donde van los gastronómicos, es muy chico y son muchos bartenders. Todos son hombres y como hay poco lugar, arman el trago en el aire”. Manuela no teme el mismo desafío.

Fotos por Mauro Roll