Mabel tiene 47 años, es de Dock Sud, partido de Avellaneda (provincia de Buenos Aires), y trabaja en la Cooperativa Calzados del Sud. Desde los 17 años trabaja en costura y ese es su oficio principal. También fue empleada doméstica y trabajó en talleres, entre otras labores. Mientras estuvo embarazada no pudo continuar trabajando, y cuando decidió volver, como sucede en algunos ámbitos laborales con la maternidad, le costó conseguir empleo y entró en una crisis económica junto a su familia.
Hace seis años, a través de una amiga y en la búsqueda de trabajo, ingresó a la cooperativa como parte de un emprendimiento personal. Allí aprendió todo el proceso de producción del calzado, y junto a sus compañeros, hoy generan de forma autogestiva el sustento económico para sus familias. A veces con menos demanda, otras con mucha, intentan sostener la fuente de trabajo. "Todo lo que se hace es con esfuerzo, entonces muchas veces estamos al límite de que se caigan los clientes, pero vamos consiguiendo cubrir el salario para todos. Ésa es nuestra victoria", nos cuenta.
Mabel tiene una dificultad en su mano derecha, por lo que sus compañeros y compañeras la cuidan y realizan las tareas que ella no puede.
El sistema cooperativo, nos informa Mabel, es un grupo de personas que trabajan con un mismo objetivo y en relación horizontal de poder. Es decir, las decisiones se consensúan y todos se apoyan para salir adelante. Su jornada laboral arranca a las 7:45 con mates, frenan para almorzar y terminan a las 16 hs. Cuando hay muchos pedidos, se quedan hasta la hora necesaria para terminar. "La sensación de terminar un pedido y sentir la tarea cumplida es lo que más me gusta", dice Mabel.
En su equipo de trabajo son 5 hombres y 2 mujeres en producción, y 3 administrativos. Recuerda que en otros espacios laborales sufrió las diferencias de género, así como en la vida misma; pero en Calzados del Sud todos se cuidan entre sí y comparten las tareas: "El trabajo en equipo es un valor que se construye todos los días".
Si bien Mabel comenzó en la cooperativa por una necesidad económica, hoy siente que venir de abajo y alcanzar un trabajo digno, a través de las oportunidades que este tipo de proyectos colectivos pueden brindar, forma parte de revertir un estigma sobre los sectores humildes. Según nos cuenta, muchas veces son injustamente estigmatizados como vagos o que no quieren trabajar. En éste, su espacio cotidiano, ella siente que está aportando a una sociedad más justa, donde la lucha, la creatividad, el esfuerzo y la igualdad de género se ponen en juego todos los días.
"Sueño con cubrir totalmente mi economía y la de mis compañeros a través de Calzados del Sud, me imagino la cooperativa trabajando las 24 hs.", concluye.