Laura es técnica en perfilación criminal, diplomada en Criminología Criminalística y Derechos Humanos del Instituto Universitario de la Policía Federal. Su trabajo consiste en confeccionar perfiles criminales de agresores desconocidos en casos de homicidios, delitos sexuales a mujeres y niños, y cibercrímenes sexuales y amenazas reiteradas durante la etapa de investigación.
Es una de las pocas especialistas en perfilación criminal en Argentina. Hace más de 10 años que trabaja para juzgados de instrucción, fiscalías y fuerzas policiales de todo el país. Laura recibe el dictamen del criminalista y las autopsias del caso en cuestión –asesinatos, en su gran mayoría-, y luego de un exhaustivo análisis genera una hipótesis sobre la personalidad, el sexo, la edad, la ocupación, el nivel socioeconómico y el estilo de vida del posible autor del delito. Los jueces de instrucción, los fiscales o los policías usan su “informe técnico consultivo” para la investigación que llevan adelante.
Este informe es esencial, ya que sirve para reducir el número de sospechosos; surge de una observación y análisis detallado del expediente, lo cual incluye: autopsias, declaraciones de las víctimas, de los testigos, alrededor de 200 fotografías -a veces solicita más para poder avanzar- así como las pericias informáticas. “Lo que uno observa es el delito, al delincuente y la escena, en eso se basa un perfilador, analizo las acciones, los actos, cómo hace ciertas cosas el asesino o delincuente, no su realidad psíquica”, explica Laura.
Y aclara algo que siempre ha generado confusión, sobre todo por las películas y series: “Los que van al lugar del hecho son el criminalista y el fotógrafo forense, quienes hacen una selección de fotos que me envían; claro que para mí pueden haber otras, y eso es lo que tengo que pedir, pero la persona que hace perfiles no va a la escena del crimen, ésa es una distorsión que hacen en Hollywood. Yo trabajo con el dictamen del criminalista, mi material de análisis es el expediente desde que se abre la causa. Por ejemplo, si es un ataque sexual leo la declaración de la víctima, su ampliación de denuncia en sede, la investigación del criminalista, y miro las fotos”, señala Laura.
Laura cuenta que su trabajo es una constante adrenalina desde que recibe la causa, y que si pide más datos, ello puede requerir esperar; y a veces, la burocracia y los tiempos de los juzgados y de la policía no coinciden con los suyos y le demandan una espera con la que sufre muchísimo. Laura pierde la noción del tiempo cronológico al estar trabajando; también confiesa que es sumamente obsesiva con su labor, repasa mil veces cada expediente y revisa otras mil veces cada informe consultivo antes de presentarlo.
Esta profesionalidad le ha generado resultados positivos que han sido de gran ayuda a las investigaciones para las que fue convocada. “Mi lema es ‘mejor decir poco y decir bien que decir mucho y decir mal’, porque eso puede entorpecer la investigación; existe el peligro de irse de boca, como si esto fuera una lotería”. Es que Laura se compromete a fondo en cada caso y sabe que todo lo que dice puede cambiar el rumbo de una investigación.
En la práctica, el lugar del hecho que analiza esta perfiladora criminal está lleno de marcas si está bien preservado y se sabe procesar. La observación profunda que hace Laura la lleva a ver detalles tan mínimos como la colocación de los zapatos de la víctima después del ataque como ejemplo de un ritual llevado adelante por el asesino repetido en varias fotos; ésas son las cosas que va descubriendo y que nadie más tiene en cuenta. Asimismo, en las declaraciones de las víctimas hay detalles que cuentan que no son tan importantes, y por otro lado otros que se pasan por alto y que a veces resultan fundamentales.
En su trabajo, Laura utiliza el método inductivo, que es el estadístico, y el deductivo, para entender por qué esa víctima le resultó interesante o apetecible al autor del hecho: “Creo que tiene que haber un balance, por eso combino ambos métodos en el llamado ‘método mixto’ del criminólogo español Vicente Garrido”, a quien Laura señala como su maestro, quien junto a David Farrington de EE.UU. es el criminólogo más importante del momento.
Los materiales que recibe para analizar son muy densos y fuertes. Laura siempre espera lo peor a la hora de ver los expedientes: está claro que no es una profesión para cualquiera y que requiere una visión del mundo diferente a la personal. “Yo hago propia una lógica que no es la mía, entonces es romper el hielo con alguien y poder entender y ver lo que ve esa persona, comprender el uso de un arma, el método de control, cómo se aproxima a la víctima, qué conflictos tiene y qué no está dispuesto a hacer, comprenderlo a través de la violencia que el mismo sujeto expresa”, sostiene. Es así que durante la etapa de análisis de un caso, la cabeza de Laura funciona con una especie de “para-lógica”: “Tenés que ver y adaptarte al pensamiento del sujeto que estás buscando”.
¿Y qué la sorprende a esta altura luego de tantos casos violentos analizados? “Por ejemplo, en casos de material de explotación sexual infantil espero ver lo que veo, pero a mí lo que me sorprende son detalles que puedan hablarme más del sujeto. No cómo mató o el sadismo que usó, a la hora de trabajar lo que me sigue sorprendiendo es que uno realmente -si busca bien, si va con cierta asepsia, y sabiendo que el 70% te lo va a enseñar la persona a la cual estás analizando- puede llegar a encontrar cosas interesantes”.
“Cuando trabajo mi cabeza está a mil, creo que la curiosidad y tener la humildad en el sentido de que lo que vas a hacer es aprender de algo cuando te llega el expediente es fundamental. Vos no le vas a decir al tipo quien es él, él te lo va a decir a través de sus actos, vas a aprender quien es él por cómo hace las cosas y nunca podés decir ‘éstos siempre hacen lo mismo’”, señala Laura.
Considera que la obsesión es una de las características que mueve a los perfiladores criminales así como el deseo de llegar a la verdad y conseguir justicia para la víctima. Laura recuerda que en su primer caso la víctima era una mujer que ejercía la prostitución; enseguida pudo notar que quién la atacó tenía un ritual: luego del crimen se bañaba y dejaba todas las pertenencias de la víctima ordenadas, no se llevaba nada y tampoco se retiraba inmediatamente de la escena del crimen. “Ahí te habla de una persona que hace rituales que no los puede dejar de hacer ni en su casa, así analizo los patrones no criminales del sujeto y a través de eso se puede saber quién es”, explica.
Hasta el momento nunca se planteó dejar esta profesión, a pesar de lo duros que puedan llegar a ser algunos crímenes. Por su experiencia y conocimientos, Laura es habitual fuente de consulta de medios de comunicación nacionales e internacionales y de fuerzas policiales y judiciales del exterior. Además, asesoró técnicamente para el guión de la película Muerte en Buenos Aires, fue columnista en radio Rock and Pop y en Telenoche (noticiero de Canal 13). Actualmente escribe para los diarios La Nación y Perfil.
A lo largo de su trayectoria, Laura dictó seminarios de perfilación criminal en Latinoamérica y en Europa. Es coautora de artículos criminológicos junto a perfiladores de la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI, y ha publicado artículos en revistas científicas especializadas. Brinda clases en la Universidad Hartmann de México en el Diplomado de Análisis de la Conducta Aplicado a la Investigación de Homicidios, y Criminología Forense en la Universidad Abierta Interamericana. Está preparando para dictar un Diplomado de posgrado sobre Violencia de género para aprender la investigación criminal con perspectiva de género, del que participarán la antropóloga feminista Rita Segato y la experta en comportamiento criminal Mary Ellen O'Toole del FBI.
Ha publicado dos libros: Rastros criminales, anatomía del crimen violento y Lo que cuenta la escena del crimen, muertes violentas, acoso y violencia psicológica, ambos de Ediciones B.