Elena se dedica a cultivar de manera agroecológica, es una pionera en horticultura sin agrotóxicos en la zona del Parque Provincial Pereyra Iraola, donde administra y trabaja una pequeña finca que distribuye hortalizas cultivadas naturalmente y además es el lugar donde se desarrollan las prácticas de la Cátedra Libre de Soberanía alimentaria de la Universidad Nacional de La Plata.
Elena proviene de una familia de productores rurales de la región del Parque Pereyra Iraola en la provincia de Buenos Aires y durante muchos años sólo ayudaba a su familia en el trabajo rural los fines de semana mientras vivía en la ciudad y se crecía laboralmente en un puesto importante con muchas personas a cargo en una empresa de ventas. Pero hace 20 años decidió cambiar de rubro y de estilo de vida y se trasladó definitivamente a la huerta a desarrollar de forma permanente la tarea rural.
La Huerta Ecológica Santa Elena tiene 6 hectáreas y 3 invernaderos donde Elena y dos jóvenes hombres bajo su dirección logran producir cerca de 400 kilos de verduras y hortalizas por mes.
“Hace más de 20 años un ingeniero del INTA nos recomendó que si queríamos quedar trabajando las tierras que están dentro de zona de reserva debíamos hacer otro tipo de sembradío que no fuera el convencional”, así comienza su historia. “Nos empezó a enseñar a cultivar agroecológicamente que para mí era toda una novedad porque yo era hija de productores convencionales que significa: veneno, mercado e intermediario y cero peso al productor”, cuenta sobre su experiencia hasta que decidió llevar adelante el cultivo agroecológico que se guía por tres conceptos básicos: “dejar de usar venenos de síntesis, sembrar diversidad y tratar de obtener tu propia semilla”.
Elena confiesa que al principio pensó que no iba a funcionar. “No sabía a quién le iba a vender o dónde iba a colocar lo que producía, pero finalmente empecé con 20 surcos de caléndula, zapallitos, espinacas y algo de arvejas y enseguida vino gente de la Universidad de La Plata que nos ayudaron mucho”. Desde entonces en Santa Helena también funciona una unidad demostrativa agroecológica de la Cátedra de Soberanía alimentaria de la Universidad de la Plata y a fines del 2018 se convirtieron en Centro Comunitario de Extensión Universitaria.
“Esta es una huerta de producción a tranqueras abierta, vienen de la Universidad con sus proyectos, sus alumnos, profesores, gente del exterior que quiere aprender, siempre hay alguien dando vuelta”, cuenta Elena y dice que están pensando en ampliar instalaciones de manera que se puedan quedar a vivir quienes precisen estudiar y pasar más tiempo en el lugar, la mayoría son agrónomos o estudiantes de esa carrera.
La faceta comercial del productor también fue otro desafío que debió afrontar. En el año 2000 decidió ponerle un precio fijo e internacional de 12 dólares al canasto de 8 kg de verdura de estación que vende. Y aunque “me parecía una locura, una exageración, lo pusimos en práctica y hoy seguimos manejando el mismo precio”, dice orgullosa sobre todo de los clientes fieles que la siguen hace años. Actualmente vende los canastos de lunes a viernes por la mañana en la huerta, ubicada frente a la estación de tren Pereyra Iraola, a la que también se puede acceder en auto por un silvestre camino de tierra.
Ella misma recoge y corta las verduras y hortalizas para armar en vivo y en directo el canasto frente al comprador. Los sábados traslada parte de la producción el centro de la localidad de Villa Elisa, para llegar a más personas que buscan este tipo de alimentos.
Elena dice que sus días de trabajo son agotadores, antes de las 7 de la mañana ya está la huerta, su primer tarea es darle de comer a los animales, tiene gallinas, cerdos y conejos y luego trabaja a la par de los dos hombres que la asisten en la cosecha.
“Recorro la cosecha todos los días para plantar, sembrar, limpiar, desyuyar, preparar las semillas” y aclara que “las semillas las recolecto yo, no puedo dejar que lo haga cualquiera porque el que no sabe puede mezclar todo o recolectar maleza junto a las semillas”.
A todas esas tareas se le suma examinar si los proyectos que le presentan para ejecutar en su huerta son viables o no.
Sin embargo, y reconociendo que es un trabajo duro físicamente, “lo que más me gusta es estar acá, acá siento que estoy con dios, solo voy a mi casa a dormir”, cuenta Elena que se siente unida profundamente a la tierra que cultiva.
Su mayor deseo es poder concientizar a las personas para que aprendan a comer y a apreciar y valorar los alimentos cultivados naturalmente.
Aún le queda pendiente lograr una ley para protección del parque que cuente con un protocolo de producción. Entre sus satisfacciones menciona que el Senado de la provincia de Buenos Aires la reconoció como Mujer destacada por la lucha por el medio Ambiente.