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Deborah Rosemberg -

Rabina

destacada Deborah Rosemberg
"Es importante la fe para la vida humana, es el motor de la vida"

Deborah fue ordenada como rabina en 2021. Es la mujer más joven en Argentina desempeñando ese rol, donde sólo existen 6 rabinas. Su vocación y profesión confluyen con compromiso en la labor que desempeña en la Comunidad Lamroth Hakol en Florida, Vicente López. Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y desde muy joven comenzó su carrera como maestra de estudios judaicos.

Deborah es la decimotercera mujer ordenada rabina por el Seminario Rabínico Latinoamericano, fundado en 1962 por el rabino norteamericano Marshall T. Meyer. Pero su formación data de mucho antes. Por tradición familiar asistió desde jardín a una escuela integral, donde se formó en estudios judaicos y en hebreo, también cursó esa educación durante la secundaria de forma complementaria al Colegio Nacional de Buenos Aires. “A la mañana iba al colegio y a la noche a la escuela complementaria, donde profundizábamos en la Biblia, en hebreo, en literatura, en ídish, en historia. Fue una decisión familiar pero yo lo disfruté, desde un principio estaba con ganas de seguir por ese camino y ni bien terminé el secundario comencé a estudiar para maestra de estudios judaicos”. 

Reconoce que las ganas que tenía de seguir estudiando siempre la guiaron en esa dirección. A los 15 años ya se desempeñaba como líder recreativa en su comunidad (los líderes comunitarios de esa edad son conocidos como madrijim y madrijot), y todos los sábados tenía un grupo de chicos a cargo con los que realizaba actividades. A esa edad hizo su primer curso de oficiante, la formación adquirida durante su infancia. La vida en el templo y el compromiso con la religión y con la comunidad la nutrieron de saberes que se sumaron a sus estudios formales. 

 

¿Hay una fuerte vocación para llegar a ser rabina?

La vocación también se fue dando naturalmente. Lo que es una vocación no tiene idas y vueltas, cuando tenía 15 años nos estábamos preparando, era como un retiro, estudiábamos todos juntos, éramos parte de algo muy lindo, yo empecé a trabajar en comunidades siendo líder recreativa, ahí me aboqué a la parte educativa, estaba en mi comunidad con los chicos y me dediqué a la docencia formal judaica, seguí preparando a chicos para hacer Bar/Bat Mitzvah. Ésa fue una labor continua desde los 19 años y hasta el día de hoy. 

 

¿Qué hace un rabino o rabina?

El rabino es un oficiante que sabe más, que estudió y se preparó para eso, en ese sentido, el judaísmo es democrático, lo importante es sentarte a estudiar y saber, entonces el que sabe más va a estar liderando y es elegido porque tiene los conocimientos de lo que está haciendo y puede explicarle a los demás. El rol rabínico del que sabe y puede conducir es el del responsable de que todos podamos poner en práctica los preceptos y hacernos partícipes. 

Nosotros estamos a disposición de las personas de la comunidad, en Lamroth Hakol son 700 familias. Las funciones son amplias, desde organizar las clases, actividades, preparación de ceremonias. Yo estoy a cargo de los proyectos educativos y de la preparación de los chicos para el Bar o Bat Mitzvah, ahora desde un rol directivo, tenemos un equipo, y también cumplo funciones rabínicas cuando el rabino está en ceremonias en otros lugares -como ser cementerio o casamientos fuera de la institución. Realmente son muchas las actividades, no sé cuándo empieza mi día, si tengo que acompañar a una persona que está muy delicada me acerco, por eso no puedo decirte a qué hora empiezo y así muchas cuestiones que van surgiendo en función de la vida, porque nosotros acompañamos la vida de las personas. 

 

¿Sabías desde chica que ibas a ser rabina?

No, pero siento que es algo que siempre lo estuve haciendo y tenía, tal vez, otras metas pero a la larga confluyen en esto. No es que un día dije: ´Ya soy rabina´, fue algo gradual que se dio en el tiempo. Además de la idea de la fe: yo creo en Dios como un“a priori” kantiano, de hecho para mí la filosofía va por un lado y la religión por otro, y no es necesario que estén discutiendo si apuntan a ámbitos diferentes. Me parece importante la fe para la vida humana, es el motor de la vida y después eso redunda en la fe en uno mismo. Uno no puede vivir solamente con la certeza de que todo es incierto, lo acabamos de vivir ahora, en pandemia, en esa incertidumbre total con un panorama que no queríamos ni pensar, uno tenía que establecer pequeñas certezas que no eran mentira, que eran la posibilidad de caminar para seguir adelante. El razonamiento tiene un límite y eso la misma filosofía lo piensa. Me parece que el rol rabínico tiene que acompañar a estimular la fe. Cuando pasa una situación de tristeza uno acompaña, es acompañar a llorar o acompañar en la alegría, no estamos dando una respuesta, estamos simplemente al lado. 

 

¿Cómo llegas al seminario rabínico?

Cuando terminé Filosofía, me reuní con el director de estudios del Seminario Rabinico Latinoamericano del movimiento Masorti. Empecé en el 2015 a full, me embaracé porque también ya tenía 35 años,  a fines del 2019 me fui a Israel a hacer los créditos y a estudiar en una institución que tiene una formación rabínica y una maestría en estudios judaicos. Cuando volví seguí en la misma comunidad, pero con un valor agregado súper importante. La función es la misma, pero de a poco también voy notando lo que suma, no sólo todo el estudio y la experiencia sino también el título. Puedo decir que esto fue por y gracias a esta comunidad, un apoyo total, sentí un acompañamiento y una alegría, sentí que hicimos todo juntos, lo que fue la preparación rabínica fue una cuestión familiar, de mis amigos de la vida y de esta comunidad en particular. Ser rabina es como sintetizar lo que ya venía haciendo.

 

¿Cómo repercutió en la comunidad?

Fue muy positivo, sobre todo para las nuevas generaciones, ahora que el rol de la mujer está muy trabajado y hay mucha conciencia en ese trabajo entonces encuentran un referente, porque me esforcé para serlo y uno da la pauta de lo que implica considerar la maternidad con una vocación, nadie me pidió ser esto, fue una cuestión de que yo sentía que tenía que ir por este lado, y más que todo me fue guiando la pasión por las fuentes, por el estudio. 

 

¿Desde que sos rabina sentís que hay una mayor demanda de parte de tu comunidad?

Coincide con esta época, fue muy demandante para todas las instituciones religiosas.

 

¿Qué es lo que más te gusta de tu rol?

Es estar cuando la gente necesita, ése es un parámetro de mi vida, no siempre lo logro y sé que a veces se necesita un tiempo para uno y lo he marcado en algunos momentos, pero para mí es fundamental, disfruto de poder estar en lo que sea alegre o triste, que uno con la presencia acompaña y la gente encuentra consuelo en eso, es algo tan básico y tan humano, el rol rabínico tiene como una de sus funciones principales esa. Muchos de los preceptos no son solamente una cuestión ritual vinculada a lo diario, es estar para otra persona y es una orden, porque a veces no te va a surgir, es hacerte el tiempo, y si uno tiene de más regalarlo al otro que no tiene, no empecemos a hacer cálculos sociológicos. En el judaísmo lo más importante es proveer a las personas de medios para que sean emprendedores, independientes, no el asistencialismo, pero yo pienso: y mientras tanto qué, la persona tiene hambre hoy, no dentro de un mes. 

 

¿Qué es lo más difícil?

A veces se generan situaciones dilemáticas para dar respuesta a la gente y ahí tampoco es tan difícil, yo lo converso con el rabino que tiene mucho criterio y es muy resolutivo, yo soy más emocional, y eso es lo que me lleva más tiempo, involucrarme en la situación más que resolverla.  

 

¿Sentís que tu rol es inspirador para otras mujeres?

No es magia, no es que vino de repente a mí la idea, me parece que es inspirador pensar que las cosas se van dando pero uno también se tiene que esforzar mucho y estar atento. Voy a ir por ese lado y ver qué pasa pero mientras tanto hay que esforzarse un montón porque ir a Israel con una nena chiquita y volver en el contexto de pandemia, fue difícil.

 

Deborah fue ordenada en plena pandemia por Zoom, por rabinos argentinos de distintos lugares, uno en EE.UU., otro en Chile y el resto en Buenos Aires, todos fueron sus profesores. Destaca que fueron los varones de su comunidad quienes abrieron el camino a las mujeres para asumir estos roles, de eso se siente orgullosa ya que no en todas las corrientes judaicas se aceptan rabinas, debido a la interpretación no les permiten ejercer roles rituales. 

Aún a muchos les sigue llamando la atención el rol rabínico de Deborah, porque es fuerte la concepción de que los rituales que hacen la mujeres se vinculan al hogar y los de los hombres se vinculan al templo y que las mujeres tienen que colaborar para que el hombre pueda estudiar tranquilo. En su caso es al revés, sumado a una dedicación full-time, si bien es por la tarde cuando hay más actividades en la comunidad, es justamente el devenir de la vida de las personas lo que guía su rol y profesión. 

“Yo sé que hay mucha gente que tiene un trabajo que desempeña, que le puede gustar o no, pero ésta es mi vida, en ese sentido, si yo recibo un llamado de alguien tarde que sé que está triste, les digo a mi familia necesito hablar un segundito, son 10 minutos que puedo contener a alguien y luego retomo lo que estoy haciendo”, cuenta Deborah.

Según sus palabras, concluye sobre su tarea: “Tomar la decisión de tener el título de rabina no me genera más presión sobre lo que estoy haciendo, es abrazarme a esa elección y, con el estudio mediante, se fue haciendo tan natural que simplemente fue un reconocimiento”.