Constanza es politóloga especialista en reducción de riesgo de desastres y desarrollo local sostenible. Se dedica a desarrollar proyectos, acciones estratégicas y análisis de asuntos públicos. Actualmente se encuentra investigando las relaciones entre género y cambio climático con el objetivo de realizar acciones que impulsen la equidad, la igualdad de género y el fortalecimiento organizacional.
Constanza estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Buenos Aires pensando en la política como una herramienta de cambio, y pronto encontró su vocación. Cuando comenzó su especialización en Reducción del Riesgo de Desastres y Desarrollo Local Sostenible (dictado por Centro Internacional de Formación de la Organización Internacional del Trabajo en Turín), supo que en esa área había mucho por hacer en Argentina.
“En nuestro país, la gestión del riesgo de desastres es relativamente nueva. En el 2016 se promulgó la Ley 27.287 sobre la creación de un Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo y la Protección Civil, donde por primera vez se reglamentó a nivel nacional el establecimiento de una regulación para fortalecer y optimizar las acciones destinadas a la reducción de riesgos, el manejo de la crisis y la recuperación”, explica.
Y agrega: “los desastres son producto de la relación de la sociedad con los sistemas de desarrollo y de riesgo no manejados, que se han ido configurando históricamente y se han arraigado en las sociedades. El punto es poner estas cuestiones sobre la agenda pública para llevarlo a que sea un tema para tratar socialmente”.
Constanza señala que en nuestro país el enfoque ante un desastre está puesto básicamente en la emergencia, y ella cree que es fundamental que la gestión sea más amplia: “Es un proceso más abarcativo, que tiene que ver con la prevención, la emergencia y la recuperación”. Si bien en Argentina no hay grandes amenazas de desastres como en otros países de la región -Centro América con sus huracanes, o Chile y México con sus terremotos-, las inundaciones o deforestaciones sufridas en diferentes partes de nuestro país exponen a gran parte de la población a situaciones graves.
Uno de los aspectos que últimamente ha comenzado a trabajar Constanza es la relación entre estos desastres y la alta cantidad de víctimas mujeres que producen: “En su informe del 2010 sobre Género y Desastres, Naciones Unidas indica que las mujeres y los niños están 14 veces más expuestas a morir durante un desastre que los hombres”, señala. En 1991 varios tifones azotaron Bangladesh y dejaron más de 200 mil muertos, de los cuales el 90% fueron mujeres. “Esto se repite a lo largo de otras grandes catástrofes internacionales. Cuando se vio este índice, se empezó a estudiar, llegando a la conclusión de que tiene que ver con una cuestión de roles y cultura, de las actividades que realizan las mujeres en la sociedad. En los casos asiáticos, por ejemplo, las mujeres no saben escalar árboles o nadar, entonces murieron por el tifón”, detalla; y amplía más información con el caso del terremoto del 2017 en México, donde “el número de mujeres muertas en la capital mexicana casi duplica el de hombres. Las mujeres fueron mayoritariamente afectadas por una conjunción de motivos vinculados a su rol social, que las encontró dentro de los edificios al momento del terremoto: la feminización del trabajo doméstico y la realización de tareas de cuidado, ya sea de sus hijos o de adultos mayores”.
Con estos datos se confirma que las mujeres son más vulnerables por sus roles sociales y por estar menos capacitadas en general: “Rara vez tiene la posibilidad de participar en un simulacro de evacuación o recibir información de prevención, no tienen otro acercamiento. Si bien pueden tener sus saberes populares, están muchísimo más expuestas”, cuenta Constanza. Por eso cree que "es sumamente importante involucrar a las mujeres en todo el proceso de la gestión del riesgo. Garantizar su presencia también conlleva a construir un mundo más igualitario”.
A la hora de asesorar en estas cuestiones a empresas, municipios o gobiernos locales, Constanza tiene un fuerte compromiso con el género: “En el trabajo de gestión de riesgo hay que incluir al género como algo transversal, capacitar a quienes van a trabajar en estos casos en todo el ciclo de la gestión, desde la prevención hasta el momento de la emergencia. Hoy, por ejemplo, en las empresas los que tienen cargos o tareas para evacuar son, en la mayoría, hombres, y no preparan o capacitan a mujeres”.
Describir una jornada del trabajo de esta politóloga depende mucho de la etapa del proceso, que incluye pensar, analizar y hacer un trabajo de campo para ver cómo están armados los circuitos de prevención. “Lo que más me gusta es el encuentro con el territorio, porque ves cómo cada municipio resuelve sus problemas según particularidades políticas y culturales. Es apasionante trabajar con la resiliencia de las comunidades, poder hacer de un problema una solución y hasta un medio de vida; capacitar para incluir y que la prevención salve vidas es muy importante”, explica sobre su tarea Constanza, quien insiste en que la prevención y tener a las personas capacitadas y entrenadas reduce el número de víctimas de forma impresionante.
Constanza fundó en el 2018 su consultora (Plan B), y a través de ella brinda asesoramiento, análisis, investigación, planificación y capacitación sobre la gestión de riesgos a empresas, ONGs y gobiernos. Antes trabajó en estos mismos temas en organizaciones del tercer sector, y durante 4 años en el Consejo Nacional de Bomberos Voluntarios, en al área de cooperación internacional y en el desarrollo de bomberos americanos (OBA). Su próximo desafío profesional es en Costa Rica, donde trabajará en un proyecto financiado por el BID sobre la actualización de los índices de gobernabilidad y políticas públicas de gestión de riesgo de ese país.