Carina Vanesa García es una joven chaqueña de 35 años que desde chica decidió perseguir su sueño: trabajar en una embarcación naval. Licenciada en Seguridad Marítima y Técnica superior en Máquinas Navales, hoy tiene a su cargo las máquinas de un buque escuela de la Prefectura Naval.
Fue en su ciudad natal, Resistencia, en donde Carina tuvo su primer acercamiento a la Prefectura Naval. Nos cuenta que estaba en cuarto año del colegio secundario cuando, en unas vacaciones junto a sus amigos, observaba a los profesionales de la fuerza trabajando en la embarcación. Nos dice que le pareció raro e interesante al mismo tiempo. Se acercó a preguntar, y le informaron que en dos años comenzaba el ingreso para mujeres.
Previamente, Carina trabajó como niñera y estudió corte y confección. Luego, para lograr su objetivo de ingresar a la Prefectura Naval, realizó el profesorado de inglés y se preparó físicamente, hasta que en el año 2001 fue a rendir los exámenes correspondientes. “El país estaba en plena crisis, y éramos más de mil mujeres intentando ingresar. La mayoría lo veía como una salida laboral, pero sólo había 35 puestos y yo tuve la oportunidad de quedar”, relata.
Cuando decidió ser maquinista, tuvo que pasar exámenes de todo tipo. Cuenta que le costó mucho porque no había mujeres en el área. Pero, al final, esta formación le permitió mezclar sus dos pasiones: la navegación y las máquinas.
Su determinación la llevó a ser la primera maquinista y Jefa de Máquinas de la fuerza. “Los compañeros y profesores se sorprendían gratamente, y tuvieron que cambiar la clásica concepción cultural de ver a una mujer en el área de máquinas, y confiar en que podíamos hacer lo mismo que los hombres”, recuerda.
Carina cuenta que pasó tres años siendo parte de una tripulación, hasta que confiaron en su capacidad para asumir la responsabilidad de ser la Jefa de Máquinas en el buque GC Bahía Blanca de La Plata, tarea que cumplió por dos años. La experiencia y el resultado de ésta rindieron frutos. Posteriormente, la destinaron a un barco más grande. “Considero una gran victoria que hace 8 años esté navegando”, sonríe orgullosa.
Hoy, es la responsable del mantenimiento del buque escuela y de la tripulación a bordo. La relación con sus colegas, todos hombres, se fue afianzando, en cada navío, como una gran familia. Forjó una cercanía desde la coordinación y la necesidad de trabajar en equipo: “En este trabajo de desarmar motores y accesorios de máquinas, las mujeres somos más detallistas, tenemos más sensibilidad. Los colegas hombres tuvieron que cambiar algunas cosas, por ejemplo en la manera de hablar. Ahora tienen que contemplar el hecho de que también soy parte del equipo”, apunta.
Jefa de Máquinas e inspectora, Carina se encuentra en permanente capacitación. Según destaca, la Prefectura Naval habilita todos los cursos necesarios para enriquecer su formación. A futuro, sueña con seguir navegando hasta asumir el rol de jefatura de máquinas en buques más grandes.
“Cuando la gente me pregunta en qué trabajo, se sorprende. Nosotros tenemos la posibilidad de recorrer el país, y cuando ven a una mujer a bordo, y más al frente del mantenimiento de este tipo de máquinas, sienten curiosidad y preguntan si me gusta”. Carina cree que su experiencia profesional tiene un impacto positivo para la sociedad. “Sirve para abrir puertas para las demás mujeres, tanto para las que ya están dentro de la fuerza como para las que quieren ingresar en el sector. Es como una forma de decir que se puede mientras te guste y pongas ganas en lo que hacés”, enfatiza.
Su seguridad se plasma en una enorme sonrisa y buen humor. Vestida con su mameluco azul, Carina camina saludando a sus compañeros con afecto y respeto, y va desarmando, a cada paso, los prejuicios de que haya una mujer frente a este tipo de labores.
Según entiende, el trabajo es una herramienta que le sirve para superarse y la pone a prueba todos los días para seguir creciendo. Sus tareas empiezan a las 8 de la mañana, cuando pone el barco en condiciones y zarpa con un grupo de 40 alumnos. Son los cadetes aspirantes a futuros oficiales y suboficiales de la Prefectura Naval. La clase tiene lugar en el navío y, en su caso particular, en la sala de máquinas.”Es bueno poder compartir lo que sabés con los demás”, señala.
Carina considera que las instituciones van cambiando con las sociedades, y que en la actualidad se pueden incorporar mujeres en profesiones que antes eran pensadas sólo para hombres. “Es un logro que no haya limitaciones por ser mujer. Que si tenés las condiciones para ocupar un cargo, lo puedas hacer. No estar limitada a la posibilidad de crecer en forma personal. No quedarte en la zona de confort. Yo quise salir, me dije quiero hacer esto y sé que puedo. Y ése es un valor que se puede transmitir. Me pasa con las escuelas que vienen a visitarnos. Cuando los alumnos me preguntan cómo fue mi camino, les cuento, porque me siento reflejada en ellos”, relata.
Carina es experta en las máquinas más complejas de las embarcaciones que patrullan las aguas de nuestra plataforma marítima nacional. Capacita a los aspirantes y tiene a cargo el funcionamiento del buque escuela. Ama su trabajo y las posibilidades del mismo. A ella le gustaría que ingresaran más mujeres en la fuerza y espera poder aportar su granito de arena en ese sentido. Carina es un ejemplo de superación como argentina.
“A las mujeres que les interese entrar en la Prefectura Naval, sepan que no hay restricciones para su crecimiento profesional. Quiero que tengan confianza y que entiendan que si ponen empeño no hay limitaciones. Es un orgullo para mí ser la primera mujer Jefa de Máquinas de un Guardacostas de la Prefectura Naval, porque significa abrir caminos a otras mujeres y que en el futuro sean muchas más las que elijan esta profesión. Existe la idea de que hay que tener mucha fuerza física para el trabajo cotidiano con las máquinas, pero es bastante más fácil de lo que se imaginan”.
La joven profesional agrega que el tener una familia no es una restricción en su trabajo, pero para ella, en este momento, no es una prioridad casarse ni tener hijos.