Antonella Saez tiene 30 años y actualmente es la Primer Oficial Infante de la Prefectura Naval Argentina, donde tiene a su cargo la formación en conocimiento y manejo de armas para los aspirantes de primer y segundo año en la escuela de suboficiales ubicada en Zárate.
La historia de Antonella comienza en Puerto Madryn, ciudad que la vio crecer y adonde pertenece su familia. Nos cuenta que se inscribió para ingresar a la Fuerza sin tener demasiado conocimiento. Le llamaba la atención el personal uniformado patrullando las costas.
Pasó junto a otras mujeres por todas las etapas del ingreso. Un día la llamaron para que se presentara en Buenos Aires y comenzó su aventura. "No conocía nada, llegué a Retiro y no sabía para dónde ir. Mi mamá me hizo un croquis para que no me perdiera. Finalmente llegué a Zárate, en donde viví los siguientes 3 años. Entonces tenía 19 años", recuerda.
Junto con Antonella ingresaron cincuenta mujeres más, pero sólo terminaron la formación nueve. "Es muy duro estar lejos de tu casa, de la familia, te cambia la vida. Éramos once viviendo en una pensión y quienes son del interior como yo, no siempre pueden viajar. Yo visitaba Puerto Madryn dos veces al año", relata.
Durante su formación, no tenía muy claro qué orientación seguir. Un día la unidad de operaciones especiales Grupo Albatros fue a dar una charla y Antonella quedó fascinada con los videos y la tarea que desempeñaban. Decidió anotarse sin tener conciencia de que era la única y primera mujer en ingresar al grupo.
"Tenía mucho miedo porque decían que era re duro el entrenamiento y la exigencia, cosa que no bajaron porque yo fuera mujer. Eso me pareció bien, pero me costó adaptarme".
El Grupo Albatros es el encargado de realizar las tareas de alto riesgo. Nunca antes había ingresado una mujer, por lo cual las instalaciones para la formación no estaban acordes: ella se cambiaba en el baño de hombres sola, hasta que armaron su camarote. La Prefectura Naval, como otras instituciones, nos cuenta Antonella, fueron adaptándose a las necesidades de las mujeres al ocupar otros espacios, y con ello las estructuras para hacerlo posible.
"A mi siempre me trataron como un igual, no hubo preferencias ni privilegios. Al principio me costaron mucho las exigencias físicas, y más de una vez pensé en renunciar. Tuve sentimientos ambiguos durante la formación, me hubiera gustado contar con otra mujer haciendo lo mismo, me lo imaginaba. Pero me encantaba lo que hacíamos y seguí".
Después de dos años de recibida, el destino asignado para Antonella como oficial ayudante fue en la Unidad Cinturón Sur 32 que está en la Villa 21/24. Sonríe y recuerda ese momento como una experiencia que le cambió la vida y la visión sobre su propia profesión. "Al principio pensé, ¡qué hice que me mandaron acá! Me tocó ver de todo, pero hoy lo puedo resignificar en que volví de esos años plantada de otra manera. Apliqué todo lo que aprendí en mi formación y me superé a mi misma, me potenció. Agradezco ese destino porque fue la mejor forma de ganar experiencia y seguridad con lo que había elegido".
A partir de ese momento Antonella formó parte de todos los operativos e integró todas las comisiones del Grupo Albatros. Pasó 4 años prestando servicio y superando sus metas. Entendiendo que en donde se necesita la Prefectura hay que cumplir siempre con altura y compromiso. Se le nota el orgullo cada vez que se recuerda a sí misma en aquellos años.
Si bien le costó la adaptación por ser mujer, nos señala que muchas veces en los operativos con mujeres a las que tenía que abordar, generaba una empatía de contención distinta y eso era beneficioso para el servicio. "La gente en un operativo se sorprende mucho de ver a una mujer en un lugar de violencia; yo siento que estoy generando otra visión sobre la impuesta por la sociedad de que las mujeres estamos en un lugar de sumisión. Soy una referencia de que podemos ocupar todos los lugares", enfatiza.
Hoy se desempeña transmitiendo conocimientos y manejo de armas a los aspirantes y está a cargo de la sección de primer año, es como una tutoría que acompaña a los ingresantes. Le encanta enseñar, hablar con los alumnos y que ellos le pregunten. "Me gusta dar de lo que yo tengo", señala. Trabajan en el aula y van al polígono, que es un contexto más castrense y es estar en contacto con las armas. La parte práctica le parece central a la hora de dar clase y como mujer entiende que hay otra sensibilidad para comunicar, vincularse e incluso acompañar a los otros. "Todo el camino que recorrí me dio una experiencia que me permite hablar desde lo que viví y puedo entender algunos procesos que a veces viven los alumnos que yo también transité", relata.
La mayoría de los integrantes de la Fuerza Naval son del interior del país y tienen la familia lejos. Antonella nos cuenta que comparten los mismos valores de responsabilidad, ética, pertenencia, transparencia y compañerismo. Son una gran familia. "Para mí, si bien es un trabajo, es mi estilo de vida, yo soy policía y soy instructora dentro del instituto, pero cuando salgo sigo siendo Antonella Infante de Prefectura".
Es la primera y única mujer Oficial Infante de la Prefectura Naval argentina, abriendo camino a otras generaciones, entendiendo la responsabilidad de que esa brecha se achique, participando en la formación de futuras generaciones. Antonella, orgullosa, señala que a pesar de haber tenido momentos complicados no se arrepiente de nada, y que todo sacrificio tiene recompensa. "No se confía en las mujeres para algunas cosas, y haber demostrado que podemos hacer lo que queramos si estamos decididas fue mi mayor victoria".