Ana es una de las pocas paleontólogas argentinas que investiga y estudia microfósiles calcáreos. Son crustáceos muy pequeños que existieron durante el periodo Cretácico, que comenzó hace 145 millones de años. Es investigadora del CONICET y desempeña su trabajo en uno de los laboratorios del Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
Ana Paula descubrió su vocación a los 6 años en su Bahía Blanca natal, estudió Biología con orientación en Paleontología en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de La Plata, ciudad donde hoy trabaja y vive.
Desde el inicio supo que lo suyo era la investigación y comenzó a desarrollar ese camino profesional con una beca de experiencia laboral, luego logró las becas doctoral y post doctoral para seguir en esa línea de estudio. En el 2015 ingresó a la carrera de investigador científico y tecnológico del CONICET, hoy está en el primer escalafón como “investigador asistente”.
Es así que hace más de 10 años investiga y estudia microfósiles calcáreos, una labor muy meticulosa que requiere de paciencia y concentración en igual dosis. “Para encontrar a estos bichitos hay que lavar la muestra de sedimento recogida, pasarla por un tamiz y con un pincel muy fino separar los granitos de arena de los bichitos, luego se hace el picking (selección y retiro para catalogarlos), que es lo que más me fascina”, describe Ana Paula.
“Para ver los microfósiles uso lupas y microscopios”. Ana Paula reconoce que esta tarea requiere de mucho tiempo de preparación y dedicación.
Los microfósiles que estudia se encuentran en ambientes no marinos que durante el Cretásico eran ríos meandrosos, lagunas o lagos. “Los bichitos que estudio son como pulgas de agua, son crustáceos muy pequeñitos con caparazón bivalvo, que ocuparon ambientes acuáticos”, amplia Ana Paula.
“Para mí es fascinante poner en una bandeja la arena y entre todos esos granos encontrar un molusco hermosísimo, es la Eureka, estos dan mucha información del ambiente y de la edad de la roca entre otros datos”, señala.
Para recoger las muestras que luego estudia en el laboratorio va de campaña a los lugares de afloramiento, así ha recorrido la Patagonia y la provincia de Buenos Aires. Con otros profesionales como geólogos, juntan el sedimento que extraen de las rocas frescas, esas muestras las catalogan y las llevan en bolsas al laboratorio del museo para su estudio
Reconoce que si bien ir de campaña es un trabajo duro y desgastante físicamente a ella personalmente le “relaja mucho la cabeza estar en el medio del campo en carpa”.
Hay que tener en cuenta que esta labor puede resultar muy frustrante porque “puede suceder que se junten muchas muestras y todas sean estériles, como no se ven los microfósiles a simple vista, es ir a juntar y luego buscar, por eso cada vez que encuentro uno es una felicidad inmensa”.
Luego de la campaña vienen casi 6 meses de procesamiento de lo recogido, sus conclusiones se terminan de presentar en publicaciones de revistas científicas.
Por otro lado, Ana Paula también desempeña la docencia de micropaleontología en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de la Plata.
Hoy su objetivo es seguir trabajando en lo que le gusta: “yo vengo flotando al trabajo porque me encanta”. Y por supuesto que quiere crecer en la carrera de investigador, avanzar y aportar al acervo científico del país ya que está convencida que “sin ciencia, educación y salud no vamos a ningún lado”.