Ana María es maestra de tango, coreógrafa y bailarina. Hace 30 años que da clases de manera ininterrumpida en los mejores salones de tango de Buenos Aires y en el exterior. Hoy, a sus 78 años, su rutina laboral incluye brindar clases privadas durante la semana y todos los viernes por la noche, en el emblemático Salón Marubú , enseña a un grupo de aproximadamente 20 bailarines de nivel intermedio y avanzado.
Además es jurado desde los inicios, en 2003, del Campeonato Mundial de Tango que anualmente se realiza en Argentina. Y ha formado a otros profesores.
Comenzó a bailar tango en 1984 con el regreso de la democracia al país cuando se abrieron muchísimos centros culturales en diferentes espacios de la Ciudad de Buenos Aires, no venía de una familia de bailarines ni de tangueros, sólo bailaba folclore en la escuela primaria. Un poco de casualidad llegó a las clases de tango porque el marido norteamericano de una prima quería aprender a bailar y los acompañó.
“En esa época casi no había profesores de tango, había gente que bailaba y algunos folcloristas que daban clases pero con una estructura que nada tiene que ver con lo que hay ahora”, cuenta Ana María, que tomaba las clases que conseguía y aprendía más aún bailando en las propias milongas. Por esos tiempos se dedicaba a la actuación en obras de teatro infantiles, tomaba clases de teatro con la actriz Alejandra Boero, pero no se imaginaba que iba a terminar siendo una maestra. Maestra de tango.
“Hoy todo el mundo me dice maestra, me gusta y me impresiona”, sostiene Ana María y agrega que es “porteñísima”. “Después de hacer mil cosas en la vida me dediqué al tango”, concluye, es una mujer que se formó en las pistas tangueras de Buenos Aires y con la experiencia logró implementar técnica y método en sus clases.
¿Cómo fueron tus inicios como profesora de tango?
Mi primera aproximación a dar clases de tango fue porque una chica que bailaba bien y daba clases tuvo un problema en un brazo y me preguntó si no le hacía el “aguante” y fui , y yo sabía hacer algunas cosas en el rol de mujer en el tango. Entre que bailaba relativamente bien por ir a las milongas, era muy flaca y muy liviana, les venía bien a los milongueros, no tenía el tipo seductor para los milongueros, me hacía amiga de ellos y me bailaba todo. Aprendí mucho en la milonga y en las clases más formales con Olga Besio y Gustavo Naveira. Pero aprendí más que todo copiando a los hombres y me interesó, pero no había una pedagogía. Yo propongo pensar en el cuerpo, en el piso, entonces inventé eso de “paso, peso, piso sino te vas al pozo”.
¿Desde cuándo podés decir que sos profesora de tango y vivir de eso?
Tal vez cuando viajé por primera vez porque me contrataron, fue a Italia en 2007, y de ahí no paré más. Y una cosa trae a la otra, entonces luego fui a Francia, Alemania, Estado Unidos, Suiza, Rusia e Israel, los últimos años. Hace 21 años que trabajo para la Milonga Parakultural de Omar Viola, que ahora funciona los viernes en el Salón Marabú. Hace 12 años la conocí a Lola, vino a una clase, empezó siendo mi asistente ahora es mi coequiper. Al Salón Marabú vienen los alumnos de siempre y comienza a venir gente distinta. Tengo muchos alumnos del exterior, toman clases privadas en mi casa y luego vienen al Salón. Antes trabajé 8 años en la academia El Beso Tango, de ahí me fui a Porteño y Bailarín, muchos alumnos me siguieron, al mismo tiempo daba clases en Club Palermo, y los viernes en el Parakultural, ya hace 22 años. Ahora tengo muchas clases particulares, más de las que puedo tener, trato de no dar clases los domingos pero a veces hay gente de afuera que sólo puede esos días. Doy 2 o 3 clases por día, mínimo una hora y a algunos alumnos profesionales, como los rusos, les doy una hora y media, trabajo con asistente hombre o mujer según vea, cuando doy clases tengo que probar de adentro y también necesito ver de afuera como bailan.
¿Cómo describirías tus clases?
No creo en las clases solo habladas creo que tengo que poner el cuerpo, mostrar el movimiento. Los cuerpos, a veces, no son fáciles de mover, vos lo explicas: “paso el peso a la izquierda, paso mi peso meciendo la cadera” y no hay caso, a veces pasas el peso y no van, a veces hay mucha coreografía y poco movimiento del cuerpo sensible, que es que el cuerpo escuche, no es todo técnica.
¿Qué te gusta más bailar o enseñar?
Enseñar es una de las cosas más maravillosas que me pudo haber pasado, aún estando cansadisima y enojada conmigo porque no me pongo un límite, y después lo pago caro. En la presentación de mis clases dice: “El tango es un abrazo que dura toda la vida”, entonces creo que bailar también es un encuentro maravilloso, pero bailar sin preconceptos, el hecho de no saber quién es ni cómo se llama y te encontrás a bailar. Si baila y nos enganchamos es maravilloso, dura 3 minutos ese abrazo genial, que no te lo vas olvidar más, eso es el tango.
¿Tenés alguna técnica cuando enseñás?
Creo en estar agarrado al piso, por empezar uso la frontalidad, todo lo que hago con la derecha el otro lo tiene que hacer con la izquierda, creo en la marca y en cómo yo le hablo corporalmente. Yo soy feliz si consigo que alguien pueda caminar dignamente alrededor de la pista escuchando la música en un abrazo con otra persona. Con dignidad y pasándolo bien, es poder darle los elementos para que se sepan mover, no que salten ni que hagan estupideces … no concibo otra forma, es más me disgusta que se engañe a la gente … enseñar seriamente. Y, no se puede abrazar si no sabés cómo caminar: es un pecho cuatro piernas, que tampoco quiere decir que estés apilado, podés abrazar súper y guardar tu eje, el tema es cómo trasladás, y eso tiene que ver con la mecánica de los cuerpos.
¿Qué características tiene en cuenta el tango como danza?
Yo digo que el tango es lógico, tiene mucho sentido común y es absolutamente organizado. Los pasos que yo enseño vienen de una familia de pasos, desde la raíz van saliendo unos y otros. Eso es pura lógica. Y eso permitió que cantidad de personas me buscaran porque da resultado, pongo a la gente a bailar en las pistas. Salen a bailar porque les digo el cómo, el porqué y el para qué. Una vez un milonguero extraordinario, muy conocido, me dijo: “no te pongas nunca un saco que te quede grande …” entonces también pasa esto cuando enseñás, yo voy al toro según quiénes están y sigo una actitud lógica, llegás a enseñar un paso pero primero estuviste en otro lugar y de ese paso tenés que explicar a dónde vas después... ¡eso es todo!
¿Quiénes y cómo son tus alumnos?
Mis alumnos en general son de nivel medio y avanzado si hay algún principiante les comienzo a enseñar a caminar tomados de los hombros, cualquier paso que se aprende hay que hacerlo de los hombros y el alumno puede mirar al piso porque lo demás son clichés y cuentos chinos. A mi me decían “cerrá los ojos y sentí”, perdí mucho tiempo . . . bien consciente y con los ojos bien abiertos mientras estás aprendiendo y mirar lo que pasa en el piso, porque puedo creer que voy hacia atrás prolijamente y a lo mejor estoy en un estado calamitoso. A los principiantes tengo que convencerlos de que crean en mí y que van a tener que caminar mucho antes de poder abrazarse para que puedan pasarse el peso.
¿Qué devolución has recibido de los alumnos en estos años?
Cosas divinas, hay alumnos de Europa que vienen a verme, destacan la organización de los pasos en la pista, no hablo de coreografía son los pasos que se van concatenando unos con otros, es más profundo, lo que a mí no me gusta son esos pasos que son patadas voladoras, yo no digo que no copies, mentira, tenés que copiar para después poner tu propia impronta.
¿Podemos decir que como profesora salís de muchos estereotipos o lugares comunes del mundo del tango?
Puede ser, yo pienso en la honestidad y en el sentido común que puede dar cada uno. Después de 30 años dando clases, le doy a cada uno lo mejor que pueda hacer, eso es lo que hace un buen maestro.
¿Qué lo que más te gusta de enseñar?
Cuando vos sentís que el otro lo entendió, le encantó y está super agradecido, es un agradecimiento mutuo.
¿Qué hacés cuando tenés un alumno que le cuesta mucho aprender?
Primero paciencia, no se aprende en 24 horas, y respeto, sentido común, entender la explicación es fundamental, el por qué de cada cosa, no es porque yo quiero, yo le propongo al alumno que va a entrar en algo que le va a gustar mucho pero no es de un día para otro. No son todos los cuerpos iguales, algunos lo hacen en una semana y otros en meses, y esos vienen y repiten, porque además en la repetición está el conocimiento.
¿Cómo preparás las clases y cómo te cuidas físicamente?
Solo trato de estar tranquila, disocio de una forma notable . . . no sé si es el psicoanálisis, puedo ser una buena profesional aunque me está pasando algo personal. Ahora no estoy yendo a bailar porque tengo muchas clases, hace 21 años que no fumo y hago RGP con un kinesiólogo.