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Alejandra Lunik -

Humorista gráfica

destacada Alejandra Lunik
"La historieta es una forma de arte, nosotros le decimos el noveno arte."

Alejandra es dibujante, ilustradora y humorista gráfica. Si tiene que completar un casillero que diga profesión, pondría “artista”. Publica todos los días una viñeta de humor en el diario La Nación. 

Nació en Chile, pero a los pocos meses ya estaba en Buenos Aires, donde se crió y creció. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y se recibió de profesora de artes visuales. El resto del aprendizaje en relación al uso de las nuevas tecnologías lo adquirió mediante el oficio, en la práctica.

Es autora de la viñeta diaria Andá a lavar los platos, que se publica en uno de los diarios centenarios más importantes de Argentina. Allí, aporta una mirada humorística, sarcástica y divertida a las situaciones más diversas; incluso en pandemia, los temas han girado hacia esa realidad. Esta experiencia laboral le ha dado una visibilidad importante en el mundo del humor gráfico. 

Anteriormente, Alejandra ya publicaba sus trabajos en reconocidas editoriales y revistas. Entre ellas, cabe destacar la tira cómica Lola, que durante muchos años se publicó en la revista Ohlalá!. Con este personaje logró colarse en el corazón del público, donde despertó un gran cariño. Lola es una chica espontánea, un poco cínica, distraída, infantil y cabrona, con ella retrató con frescura y humor cuestiones de la vida cotidiana y muchos tópicos en relación al género. 

Alejandra relata que sus primeros pasos profesionales fueron como dibujante: realizaba para editoriales dibujos por encargo o story boards para publicidad. Luego, llegaron las oportunidades como ilustradora, sobre todo para editoriales educativas y sus manuales escolares. “Allí tenés la posibilidad de editorializar, empezás a ponerle tu estilo a esos dibujos”, asegura.

Paralelamente al trabajo de dibujante, del cual vivía, creaba sus historietas. “Siempre me gustó mucho dibujar, desde muy chica, pero no era mejor que otros niños, sí era muy detallista y mis dibujos fueron una especie de salvavidas cuando me iba mal en otros rubros… Si fracasaba en el colegio, decía que no importaba porque yo iba a ser dibujante”, recuerda Alejandra.

Su carrera fue creciendo exponencialmente, pasó por importantes editoriales infantiles y educativas, y por revistas como Fierro, Sex Humor, Rolling Stone, Para Ti, Para Tí Mamá y Billiken, entre otras. Hasta que el mayor desafío se presentó en el año 2016, con la viñeta diaria Andá a lavar los platos. Alejandra reconoce que lo buscó intensamente, presentó muchas carpetas y tocó muchas puertas.

“Publicar a diario representa un desafío creativo, es espectacular para un dibujante”, sostiene. Y destaca algo fundamental en el proceso: “Una cosa es el dibujo y otra el guión, no sólo el dibujo tiene que ser lindo sino que también tiene que haber un mensaje potente, y para llegar a eso fui evolucionando lentamente”.¿Cómo? Leyó muchas historietas y tomó cursos de guión. 

“Creo que el oficio del viñetista es inasible, es muy difícil, nadie te prepara para eso, no es fácil tener una columna, y diría que muchas cosas me ayudaron a sostener el espacio que tengo hoy”. Entre ellas, se inventó un método que trata, básicamente, de no llegar en blanco al tablero, de resolver los guiones en unos días y el color y dibujo en otros. “Me armé como una cinta de producción. Tuve que adquirir herramientas para que se me ocurra algo todos los días, hasta que lo logré la pasé muy mal, tenía terror de fallar”. Así recuerda que pasó el primer año de trabajo en el diario, un periodo algo traumático. 

“Tengo oficio y puedo trabajar con apuro y sé lo que va a salir, pero si puedo tomarme el tiempo sale lo lindo”, devela Alejandra, quien trabaja en su estudio, que ocupa una parte de su casa. Empieza muy temprano por la mañana, hace una pausa a mitad del día para hacer yoga, y trata de poner un corte final a las 18hs. 

Si bien es un trabajo de muchas horas en soledad, invierte un tiempo considerable en “salir a juntar información”. Alejandra cuenta que toma notas de voz con su celular; con esas notas, que define como “las semillitas de lo que está pasando en la calle”, se sienta los lunes a bajarlas a papel, a través de guiones o bocetos rápidos “tipo mamarrachos”. 

Hace apenas un año que realiza las viñetas finales sobre una tablet, con un lápiz y un programa especial para dibujantes. “Antes dibujaba en lápiz y luego lo entintaba, ahora trabajar con la tecnología me cambió la vida completamente, me aceleró los procesos, y me abrió el juego a ser menos precavida, total puedo ir para atrás mil veces, gracias al mundo digital”, detalla sobre su quehacer. 

De todas formas, agrega que la parte artesana todavía la hace dudar sobre el trabajo digital. “A veces siento que se hace trampita, aunque es una tontería”. Sin embargo, reconoce que la calidad y el carácter de lo que se dibuje está siempre en los materiales: “No hay nada como un buen papel y una buena tinta, hay algo ahí, de lo corpóreo, que está buenísimo”. 

Se nota que Alejandra es observadora, divertida y entretenida en su forma de hablar y pone mucho de la propia experiencia en sus viñetas. “Trato de que cada personaje tenga su característica, pero si toco un tema lo hago desde lo que conozco. Yo quiero hablar de las cosas que me pasan, me doy cuenta de que muchos de mis personajes van envejeciendo conmigo y tienen las problemáticas de mi propia edad”, cuenta entre risas. 

Hoy, gracias a las redes sociales, donde tiene muchos seguidores, aprovecha el feedback que esto genera y le aporta para mejorar sus viñetas: “Me llegan muchas flores, a veces palos, y eso lo sufro, me han dicho cosas espantosas, sobre todo en la redes”, detalla. 

Respecto al género en esta industria destaca que, cuando empezó, la mayoría de humoristas gráficos conocidos eran varones, había cuatro o cinco mujeres que publicaban en revistas importantes. Pero hace unos 7 años conoció a un grupo de mujeres, que vienen del mundo de los fanzines de autogestión, donde encontró una comunidad femenina que la nutre mucho en el intercambio.

“Desde que empecé a trabajar como dibujante fueron muchas las satisfacciones, a veces mi calidad gráfica no era la que deseaba tener pero a nivel trabajo cada una de las etapas que transité con el dibujo me trajo cosas buenas, estoy muy agradecida con este oficio”, dice a modo de conclusión. 

Por estos días, Alejandra, como buena artista, está produciendo una novela gráfica, al mismo tiempo trabaja en la estampa de prendas junto a una amiga diseñadora, y ha presentado pinturas en una Galería de Arte que vende sus obras. 

Fotos por Paula Salischiker