Es deportista y médica deportóloga. Integra el panel de autorización de uso terapéutico de drogas no permitidas del CeNARD (Centro de Entrenamiento para la Actividad Deportiva). Y se desempeña en un club de tenis, una escuela, y un centro de salud, entre otros ámbitos. Su objetivo es cuidar la salud y mejorar el desempeño de deportistas. Incluso, llegó a subir a la cumbre del Aconcagua, para monitorear el estado físico de un contingente que desafió la montaña más alta del continente.
Alejandra estudió Medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y durante diez años trabajó en terapia intensiva. Después decidió buscar una segunda especialidad y eligió la Medicina del Deporte. Pertenece a una de las primeras camadas de médicos recibidos de la UBA con esa orientación.
Coordinó el servicio de Emergentología de un hospital y se capacitó como instructora internacional de RCP (Reanimación Cardiopulmonar) en la American Heart Association. Como directora médica de la Villa Olímpica de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018, estuvo a cargo de un plantel de 135 profesionales de la salud, tratando emergencias en jóvenes deportistas de todo el mundo. “Fue una experiencia increíble, montamos un pequeño hospital dentro de la Villa Olímpica, con nueve especialidades”, describió.
En febrero de 2018 participó del Summit Aconcagua, un desafío que realizaron destacados atletas para quienes el deporte funcionó como un instrumento de superación. Alejandra y un neumonólogo fueron los escaladores médicos que ascendieron los 6962 metros, acompañando y asistiendo a un equipo de atletas de las más diversas procedencias. El trabajo consistió en evaluar a nivel médico y cardiológico a todas las personas que iban a escalar la montaña, incluida ella misma. Durante el ascenso, su principal responsabilidad fue “cuidar todas las situaciones, como el mal de altura, y si les salían ampollas”, contó. Todas la mañanas y noches hacía una evaluación médica de los participantes, y decidía quién seguía y quién tenía que bajar.
Para alcanzar su objetivo, se entrenó duramente seis meses antes de iniciar el ascenso. Su perfil deportista fue fundamental. En el año 2000 comenzó a correr carreras non stop de aventura; completó la ultramaratón de montaña (50 kilómetros), The North Face Endurance Challenge y el Cruce de los Andes (100 kilómetros en tres días). También practica montañismo y trekking. En 2010 completó el camino de Santiago de Compostela (España) en diez días, 1000 kilómetros de la senda original los recorrió en bicicleta.
Su especialidad la lleva a atender una población específicamente de deportistas. “Lo que incide en la vida cotidiana de estas personas es muy distinto al resto porque tienen que entrenar horas y competir; un pequeño resfrío puede ser gravísimo”, señala. Según explica, el aspecto nutricional también influye en sus vidas. “Como clínica de deportistas coordino todas las áreas”, explica. Alejandra está al frente de la dirección del área de salud de un reconocido club de tenis, y es parte del equipo de deportología clínica de un centro de traumatología y deporte. Asimismo, es health coach de un programa internacional de running de una marca de indumentaria deportiva.
Sus próximos proyectos incluyen para 2020 otro Summit Aconcagua, o un desafío similar. Además ha sido convocada por un colegio para mejorar la calidad de vida de los niños con ejercicios y nutrición. Entusiasmada con esta idea, Alejandra cuenta que “si querés mejorar la calidad de vida en un adulto tenés que empezar en el colegio, que coman mejor, que hagan ejercicios y que no estén 8 horas sentados o colgados de los dispositivos”. Para esto propone educar a las familias y maestros. "Es necesario que un chico tenga actividad vigorosa, que transpire como mínimo una hora por día todos los días”, recomienda.